Raimundo Fitero
Medallas
Y es cierto que para lograr la precisión de estas nadadoras en sus figuras y coreografías se necesita un entrenamiento militar, horas y horas de sacrificio, de entrega, de repeticiones y de una disciplina agobiante en todos los órdenes de la vida mientras se está en edad de ser competitiva y con probabilidades de ganar medallas. Todo ello para que después los mismos medios de comunicación que ahora criminalizan, o al menos han dado pábulo a las denuncias verbales, a la destituida entrenadora, se les llenaran los titulares patrióticos con sus logros, ya que habían conseguido más de sesenta medallas en total.
Y es que estas actividades físicas de precisión, como la gimnasia artística, la disciplina se coloca por encima de cualquier otra consideración. Lo mismo que en atletismo u otras categorías en las que se debe entrenar el cuerpo hasta más allá de los límites, y en los que el objetivo no es la salud, ni el placer, sino la competición, el récord, las medallas. Es una concepción de la vida nefasta, nada ejemplar. Porque se habla de estas supuestas formas cuartelarias, la transmisión de un espíritu gregario, pero el paso siguiente es mejorar lo que el cuerpo, el entrenamiento, la física no da, con ayuda de la química. Y esa es la rueda fatal, esa es la imagen de unas medallas manchadas que se exhiben dándole un valor añadido no suficientemente adecuado, que transmiten nociones de un mundo demasiado jerarquizado.