Se ha hablado y se seguirá debatiendo, sin duda, sobre el posible patrocinio institucional a Osasuna pero, aunque pudiese parecer contraproducente con la frágil economía rojilla, un servidor cree que, a la larga, librarse de esa atadura va a ir en beneficio del club.

Porque para la buena imagen de la entidad osasunista lo mejor es que su nombre esté solo en boca de los aficionados al fútbol y no de parte de la sociedad navarra como paradigma del pícaro que trata de librarse de sus obligaciones impositivas, algo que la actual junta directiva se ha encargado, por activa y por pasiva, de dejar claro que no va a ocurrir.

Y porque el ente deportivo navarro de primer orden dejará de ser instrumentalizado por aquellos políticos profesionales a los que les gusta más salir en la foto que gestionar correctamente nuestro dinero.