El inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, y el aspirante republicano, Mitt Romney, se enfrentaron ayer en el primero de los tres debates presidenciales en Denver (Colorado, oeste), un test sobre sus respectivas personalidades políticas de alto riesgo ante decenas de millones de telespectadores.

El demócrata Obama llegó a la cita con un neto avance en los sondeos a 34 días de las presidenciales del 6 de noviembre. Según la última encuesta del instituto Gallup, tendría una intención de voto del 50% frente al 44% de su rival, una distancia mayor que el margen de error del estudio demoscópico.

Para Romney, el debate, difundido en las principales cadenas estadounidenses, ofrecía una tribuna excepcional para revertir la tendencia cuando ni la elección de su candidato a vicepresidente, el ultraliberal Paul Ryan, en agosto, ni la convención nacional republicana que invistió a ambos le permitió marcar triunfos duraderos.

Como era de esperar, la economía y el empleo centraron buena parte del debate de 90 minutos de duración. La salud y el papel del Estado fueron también abordados, siempre bajo la batuta del periodista Jim Lehrer, moderador de este tipo de citas desde 1988.

Mejor en los discursos

El actual presidente, afamado como inmejorable orador en los grandes discursos, reconoce sus carencias en el cara a cara. El lunes y el martes se encerró en un hotel de Nevada (oeste) para apuntalar sus dotes para debatir -en las que se reconoce como «correcto»-, ejercidas por última vez en octubre de 2008 frente a John McCain.

Pocas dudas había horas antes del inicio del encuentro (previsto a las 19:00 hora local, madrugada en Euskal Herria) de que Obama intentaría explotar el vídeo filmado en mayo y difundido en setiembre en el que Romney confía a los donantes de su campaña que no hay que preocuparse del 47% de estadounidenses que votaron a Obama y que no pagan impuestos.

La práctica fiscal del multimillonario republicano podría también introducirse en el debate tras la publicación el martes por «The New York Times» de una investigación sobre las estratagemas utilizadas por Bain Capital en las Islas Caimán y que habrían permitido a Romney, patrón de la empresa, pagar menos impuestos.

Comunicador disciplinado

Comunicador disciplinado, Romney tenía previsto insistir en que las presidenciales ofrecerían una posibilidad para elegir entre dos porvenires radicalmente diferentes, el primero asistencial y el suyo el de las oportunidades económicas. «No podemos permitirnos otros cuatro años como los anteriores», señaló el lunes antes del debate y desde donde se encerró en un hotel del propio Denver para preparar el cara a cara.

No obstante, el argumento de la presunta incompetencia del presidente Obama en el tema del empleo ha perdido su fuerza con un desempleo que ha bajado hasta el 8,1% en agosto. En el estado clave de Ohio (norte), la tasa de parados ha bajado hasta el 7,2% contra el 10,6% que conoció en el pico de la crisis.

Así las cosas, Romney ha buscado acentuar en los últimos días sus ataques a la política internacional de Obama, al que acusa de tibieza y pasividad ante los recientes asaltos a embajadas estadounidenses tras la difusión de un film que denigra la figura de Mahoma. Y ha sorprendido anunciando que no invalidará los visados concedidos por Obama a los inmigrantes sin papeles. Todo un guiño a los decisivos votantes latinos.