El inglés Paul W.S. Anderson sigue viviendo de las rentas de la franquicia «Resident Evil», adaptación del videojuego homónimo, que también da de comer, y muy bien, a su mujer Milla Jovovich, fija en el rol de la superheroína Alice.

La quinta entrega es más de lo mismo para sus incondicionales, que han vuelto a responder a la llamada pasando por taquilla y permitiendo recuperar en las fechas del estreno los 65 millones de dólares invertidos, por lo que a partir de este momento todo son ya ganancias constantes y sonantes.

A sabiendas de que el cine de acción basado en videojuegos no pretende seguir desarrollo argumental alguno, el guión de «Resident Evil: Venganza» se limita a situar los personajes en medio de escenas espectaculares de lucha, dentro de un contexto futurista y distópico. Para ello los elementos que se manejan son una realidad paralela con seres clónicos, una invasión de zombis mutantes por culpa de un experimento científico y la Corporación que controla ese universo artificial y que trata de acabar con la última resistente humana.

La quinta entrega tiene lugar en el interior de un complejo o simulador a gran escala donde se han reproducido las principales ciudades históricas: Tokyo, Moscú, Nueva York y Washington.