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Alvaro Reizabal Abogado

Lucha libre

En la «lucha libre tertuliana» gozan de especial cotización las canteranas vascas, como Nerea Alzola, Paloma Zorrilla o la veterana Mamen Gurruchaga, por el morbo que les aporta ser vascas y por ello doblemente españolas

Hoy es un espectáculo prácticamente desaparecido, al menos por estos lares, pero en tiempos gozaba de gran predicamento. Actuaban en frontones y plazas de toros y llegaban de vez en cuando ataviados con atuendos -capas rojas o negras satinadas, capuchas, antifaces...- que hoy resultarían ridículos, pero que en aquellos tiempos les rodeaban de un halo de misterio. Aunque en el ring parecía que iban a matarse unos a otros, o al menos desgraciarse, en realidad venían en cuadrillas y viajaban todos juntos, como los toreros o las compañías de circo, porque aquel deporte-espectáculo tenía más de lo segundo que de lo primero. Aun recuerdo los malos ratos que pasaba cuando de la mano de mi padre veía a los malvados hacer todo tipo de trampas para derrotar a mis ídolos infantiles, los navarros hermanos Bengoetxea, dechado de nobleza y limpieza en el juego. Los chavales avisábamos a los buenos gritando angustiados cuando iban a agredirles por la espalda aquellas reencarnaciones del diablo que eran La sombra negra o Cabeza de Hierro, que luchaban a muerte ante los espectadores y luego se iban juntos a tomar unas cañas, que ya se sabe lo que pasa con tanto roce.

El catch tuvo su época en televisión, pero creo que hoy ya ni eso, aunque es posible que haya algún canal especializado, que los hay para todo. Ahora se estila mas lo que podríamos llamar «lucha libre tertuliana», muy de moda en las teles de ultracentro. La formula es sencilla: un tertuliano que puede ser del sector más derechoso del PSOE y otros varios recién salidos del rincón más profundo de la caverna, dedicados a machacar al supuestamente rojo, convertido en el capacico de las hostias. Y todos ellos comandados por un falso moderador que es el que marca los tiempos del tiro al rojo, que en cuanto puede también le da collejas y, por supuesto, le interrumpe continuamente, no vaya a ser que sus argumentos sean mejores. La receta está teniendo tanto éxito que han empezado las cuchilladas entre las diversas cadenas para llevarse a tertulianos de la cantera del otro. Y en este campo gozan de especial cotización las canteranas vascas, como Nerea Alzola, Paloma Zorrilla o la veterana Mamen Gurruchaga, por el morbo que les aporta ser vascas y por ello doblemente españolas. Rara avis, ciertamente.

En la nueva temporada, ha irrumpido de nuevo en 13TV -cercana a la Conferencia Episcopal- el más inmoderado de los moderadores: Carlos Cuesta, que consigue cotas insuperables de imparcialidad. En cuanto el rojo o la roja abren la boca, Cuesta salta como un resorte para decirles que se callen, que no dejan hablar a los demás, todo ello con unos modales y un tono de voz realmente insultantes. Un fenómeno que probablemente se superará a sí mismo. Este español de pro no se anda con chiquitas ni ante las cámaras, y en ocasión anterior le tiró el bolígrafo a un contertulio que tuvo la osadía de llevarle la contraria. Promete.

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