Propia de la idiosincrasia de lo español esa querencia a las medallas, como el toro por las tablas. Más que los tontos por los lápices, mucho más, ¡dónde vas a comparar!, se pirran los hijos de Don Pelayo por los colgajos dorados, las estampitas y los escapularios. No en vano pastaron y pastan a sus anchas curas y militares, sin cortapisa alguna, en el país que dio origen al nacionalcatolicismo y que llaman España: cruce de cuartel y sacristía. Su olor característico, una mezcla de pólvora, cera y semen rancio.

Ansiosos por la consecución de medallas en las últimas olimpiadas. Hasta les hicieron vestir chandals ad hoc donde los dorados metales reflejasen su grandeza. Y, como en Eurovisión, Spain no se comió un colín.

¿No nos conceden medallas? ¡Pues nos las repartimos nosotros mismos!, han decidido los que mandan las instituciones españolas.

La institución española por antonomasia, el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, el próximo viernes 12 de Octubre, día de la Raza, de la Hispanidad y de la festividad de su patrona, la Virgen del Pilar, condecorará a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT); al presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara (no es de extrañar su amenaza de abandonar Catalunya); al periodista y escritor de los tercios de Flandes Arturo Pérez Reverte; al exbiministro Juan Alberto Belloch; al periodista Carlos Herrera; a la hermana de Miguel Ángel Blanco y candidata del PP; a la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, y al que fuera gobernador Francisco Javier Ansuátegi (conocido en estos lares).

El consejo de ministros que preside Rajoy (gente seria y preocupada por el presente y el futuro de España) hace unos días aprobó un real decreto por el que se concede la Gran Cruz de la Orden del Mérito a la Virgen del Pilar. MariaPilar, nada más conocer la noticia, descendiendo de la alta peana, rompió a bailar y desde entonces, acompañada por dos angelotes custodios de inflados carrillos, tocados con tricornio y portando sendas bandurrias, va recorriendo los ribazos del Ebro jota va y jota viene, haciendo las delicias de propios y extraños.

El martes pasado, día de los Santos Ángeles Custodios, festividad de la Policía Nacional, el Gobierno condecoró al jefe del operativo que defendió el Congreso español de las hordas que lo asediaban, en reconocimiento a los policías que, arriesgando sus vidas, detuvieron el asalto de los violentos (pa que te jodas, pijo ácrata maricón).

El Borbón, hábil como es, se adelantó con el medallero el pasado lunes concediendo la Laureada de San Fernando al Regimiento Alcántara al «haber protagonizado un episodio heroico de la historia militar española»: defender la retirada del Ejército español del norte de África, perseguido por los rebeldes del Rif (1921). Se conoció como el desastre de Annual, murieron más de diez mil soldados de reemplazo. Rebeldes en babuchas y con cimitarras, cansados de un colonialismo criminal, derrotaron al ejército con más oficiales del mundo, primero en usar el gas mostaza.

La nación con más héroes por kilómetro cuadrado necesita ser rescatada. ¡Qué cosas!