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literatura I NARRATIVA

Déjame que te cuente

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Iñaki URDANIBIA I

Así pues, y volviendo a la historia que nos ocupa, el descuido de Hermes, dios de las encrucijadas, va a suponer que asistamos, a modo de un juego de la oca, al inicio del pasatiempo nombrado y somos llevados del texto narrativo a las correspondientes, y aclaratorias, fichas anunciadas por medio de asteriscos, sin obviar las numerosas notas a pie de página... viéndonos atrapados en una red que Fito va tejiendo por boca de sus personajes con referencias cinematográficas, filosóficas, literarias y de actualidad. Estas referencias sirven para encarar problemas de nuestro presente y los lazos existentes entre las distintas disciplinas nombradas y sus nexos de unión con la vida: el tiempo, el espacio, la historia, la ética, la moral, el lenguaje, etc.

Si uno decía que somos lo que comemos, y no era Pedro Subijana, el otro afirmaba que somos lo que vemos, y el de más allá aseveraba convencido que el hombre (que no la mujer según el pensar del filósofo) quiere conocer por naturaleza... en esta ocasión parece que lo que atrae al menos a uno de los personajes es contar películas, mientras el otro escucha, con cierta empanada desasosegada, el discurso del entregado narrador; el aburrimiento de Apo es tal ante la interminable cháchara de Casandra que, según sus propias palabras, a punto está de devenir burro. La incontinencia logorreíca de la narradora convertida en Sherezade que trata de matar el tiempo, espantando al tiempo el temor debido a la inseguridad, conduce a un discurso que cumple aquello que dijese Horacio: aut delectare, aut prodesse est (enseñar y deleitar al mismo tiempo), tornando inevitable el filosofar, confirmando la aseveración aristotélica de que si se filosofa porque se filosofa, y si no se filosofa para justificar por qué no se filosofa... el caso es que siempre se filosofa.

Frente al discurso monológico que enuncia inequívocas tesis filosóficas, se alza el quehacer dialógico, por la senda socrática, que va desbrozando distintos aspectos conceptuales y entregando medidas lecciones por los pagos de la filosofía mundana y académica, que distinguiese Kant, también por los del séptimo arte, cuya inicial inspiración podría adivinarse en los cautivados espectadores de la caverna platónica, y por los lares literarios y meta-literarios, haciendo que la reflexión filosófica puesta en acto huya de los reverenciados panteones para cobrar vida en su aplicación práctica... obedeciendo así la indicación kantiana de que lo esencial no es aprender filosofía sino aprender a filosofar; y que nadie se me espante, pues estamos ante un libro accesible en su lectura, ajeno a las jergas profesorales y los tics académicos, del mismo modo que avisaré -y el que lo hace no comete traición- que para el viaje que nos ofrece Fito no es necesaria la ingesta de biodramina alguna ya que el nomadismo deriva por los territorios de las ideas.

Apo y Casandra, mostrando esta una destacada facilidad para los idiomas, ven interrumpida su viva discusión al producirse un final que realmente puede calificarse de película, en esta cinematográfica novela.

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