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César Manzanos Sociólogo

Electroshocks colectivos

Someter voluntades, adicionar sesos, crear sujetos dependientes que se sientan independientes, hacernos sentirnos dueños de nuestras propias vidas impuestas. Este es el objetivo

Son las llamadas «armas silenciosas para guerras tranquilas» las más mortíferas. Son las llamadas «armas biológicas subjetivas» las que instauraron la Tercera Guerra Mundial permanente sin necesidad de ser declarada. La industria psiquiátrica institucionalizo el electro-shock que desde principios del pasado siglo fue el fundamento de las técnicas de tortura y exterminio para combatir toda clase de disidencias. En base a la «doctrina del electroshock», se busco la forma de instalar el miedo paralizador en el interior de todos los cuerpos sin la necesidad de hacerlo individualmente mediante electrodos o bacterias en cada cabeza. Simplemente el poder se ejerce penetrando en todos los cerebros a la vez, como si todos los seres humanos fuéramos clonados quirúrgicamente al unísono. Se ejerce fabricando mentalidades moldeadas y estructuradas neurológicamente según sensaciones difusas y muy consistentes que son creadas mediante electroshock colectivos. Sujetos psicológicos homogeneizados que sentimos y actuamos movidos por miedo, ansiedad, desazón, angustia, incertidumbre, estrés, desconfianza, etc.

Estos electroshock colectivos se manufacturan por la industria de fabricar formas de pensar las cosas, universos psicolingüísticos que buscan hacer ver y ser todo y a todos en función de la apariencia inventada. En estas técnicas de tortura colectiva es en las que más invierte y ha invertido durante las últimas décadas el actual complejo militar-industrial que hoy, mediante la guerra permanente, mueve no solo la economía, sino también la forma de entender el mundo.

Someter las voluntades, adicionar los sesos, crear sujetos dependientes que se sientan independientes, hacernos sentirnos dueños de nuestras vidas impuestas. Este es el objetivo de los electroshocks colectivos en sus diversas e intricadas formas. Creados física y químicamente tras la explosión de la bomba atómica: los de las fechas (11-S, 23-F...), los de las gripes (aviar, porcina...), los de las pandemias víricas, los de las cientos de guerras irresolubles o bumerán en y entre países la práctica totalidad de ellas por motivos mercantiles o religiosos (valga la redundancia), por no citar los de la amenaza permanente de ser despedidos, de ser violadas o de morir sufriendo, en definitiva, creados para lucrarse mediante el control de las mentes y convertir a cada ser humano en un fetiche insatisfecho e impotente ante un poder que se hace omnipotente y omnipresente.

La sublevación frente a esta sociedad torturadora es la más fácil, pues depende única y exclusivamente de que cada sujeto individual y colectivo recuperemos «la voluntad de poder» y nos convirtamos en personas que pensemos, sintamos y actuemos por nosotras mismas frente al asesinato perfecto que ejercen las balas mudas e inmateriales que cada día hacen explotar en el interior de nuestras cabezas para tratar de que permanezcamos sordos, mudos y ciegos ante la evidencia, aniquilados y muertos en vida sin sentirnos atacados y sometidos por éstas fulminantes armas silenciosas de exterminación masiva.

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