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Volúmenes y color, claves de la exposición de Botero en Bilbo

«Celebración» es el compendio de setenta y nueve pinturas y una escultura que resumen con relativa amplitud, y línea del tiempo, la obra del reputado pintor, dibujante y escultor colombiano Fernando Botero, quien presentó ayer su exposición en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Son ochenta obras y ochenta años, muy bien llevados, que cumplió el pasado mes de abril. Cuadros donde el volumen, las formas y el color son los rasgos primarios más evidentes.

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Pablo CABEZA | BILBO

Fernando Botero debió pensar ayer que se encontraba en un país tropical, ya que el Museo de Bellas Artes de Bilbao se encuentra en el parque más amplio de la ciudad. Además, los 30 grados debieron facilitar la percepción de lo uno, lo tropical, y lo otro, que el verano se encuentra aún transformando su energía. De paso, una suave brisa envolvía entre sus ondas decenas de hojas color canela arrancadas de los árboles, lo que podría sugerir que los días estaban próximos al otoño o que ya estábamos en él. Si Botero pintará estas hojas y estos árboles parecerían sequoias, porque lo que en él importa es el volumen, después los colores y la interpretación. El artista filosofaría por encima de un esquema tan simplista, obviamente.

«Yo soy pintor de la vieja guardia. Amo la paleta, la pintura, los colores, los pinceles y el olor a trementina. Hago mis obras con mis propias manos. No saben los artistas de hoy en día lo que se pierden». Estas son palabras de Fernando Botero que recuerda su hija Lina Botero en el catálogo, y que junto a él, Javier Viar, director del museo, y Gorka Martínez, director de BBK Fundazioa componían la mesa que presentó ayer en el Bellas Artes «Celebración», conjunto de ochenta obras realizadas en los últimos 60 años por Botero, quien ha intervenido de forma directa en la organización de la muestra y que ha contado, además, con el comisariado de su hija, quien ha seleccionado y distribuido las obras, aunque el museo bilbaino también ha participado en ambos niveles. De hecho, el propio Botero dio las gracias a Javier Viar y su equipo por el excelente trabajo realizado: «Él -explicó el colombiano- es quien me pasó esta invitación y le doy las gracias, así como a todo su equipo por el gran trabajo realizado. Me gusta todo lo que se ha hecho, el minimalismo de las salas, la disposición de las obras, los acertados colores de fondo que ayudan a centrar la atención en las obras. Esta puede ser -sentenció- una de las exposiciones más representativas de mi obra. Espero que lo vea mucha gente y que lo disfruten».

Lina Botero escribe el ensayo principal del catálogo: una explosiva colección de colores y formas que alegran cualquier mañana de humor gris. Recoge también textos de Carlos Fuentes, y Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010 y pensador que está de acuerdo con los recortes de Rajoy y pide el voto para UPyD.

Conceptos y salas

La exposición se encuentra divididas en salas y conceptos, salas y periodos. Lina concretó: «En la primera sala se reúnen ocho obras de su etapa de aprendizaje, que muestran las diversas influencias que asumió hasta configurar un lenguaje propio».

Latinoamérica está representada con veintidós obras alojadas en tres salas y tienen su origen en los recuerdos de infancia y juventud de Botero, grupos familiares, oficios tradicionales, bailes y odaliscas, «y también la violencia que ha agitado a Colombia en las últimas décadas». Comparten estas escenas, abigarradas y coloristas, la atmósfera que refleja buena parte de la literatura latinoamericana contemporánea. Formalmente, el carácter narrativo, la superposición de los personajes, su plenitud formal y la impresión de quietud muestran el estrecho vínculo que mantienen «con la pintura quattrocentista italiana», perfiló Lina.

El arte sacro es un capítulo fundamental del arte occidental y también de la imaginería colonial barroca latinoamericana. Botero advirtió que «no es religioso», que lo que le sugiere es la plasticidad de las formas y las vestiduras, la teatralidad y el boato de este mundo.

Versiones es el concepto de otras de las salas. Se trata de una docena de obras que constituyen un homenaje a los maestros de la pintura occidental, estudiados por Botero desde su primer viaje a Europa en 1952. Los especialistas podrán hallar referencias directas e indirectas a artistas como Piero della Francesca, Le Brun, Van Eyck, Rafael, Ingres o Goya. También se muestran retratos de los pintores Giacometti, Delacroix, Courbet, Ingres y Rubens.

En 2004 se conoció el horror de la prisión de Abu Ghraib, en donde «soldados estadounidenses torturaron atrozmente y asesinaron a prisioneros iraquíes», describió Lina. Al autor se le pregunta si temió por la censura de esta parte de su obra o del enfoque. Botero respondió que «en Estados Unidos existe libertad de expresión. Nunca pensé que no lo podría hacer. La tortura es inaceptable. Fue una situación incomprensible, como Guantánamo».

En la visita guiada, Botero se para ante los tres cuadros que reflejan tres escenas delimitadas por los barrotes y donde las víctimas son el motivo principal. Botero se planta delante y extiende los brazos . Un nutrido grupo de fotógrafos salivan ante semejante sentido expresivo.

Otro apartado es el circo. En 2006, durante una de sus habituales visitas a México, Botero quedó fascinado por el pintoresquismo de un circo popular, como antes les había ocurrido a Rouault o Picasso. «Es un mundo repleto de color y formas, no como ahora que la gente viste de negro o en tonos grises». Paradójicamente él viste de negro y gris y su hija chaqueta negra, pantalones vaqueros oscuros.

Como en el caso del circo, Botero también se siente motivado por la plástica de la tauromaquia, aunque se centra en las posibilidades cromáticas y compositivas que ofrece.

Finalmente, la naturaleza muerta revive con nueve composisiciones floridas..

CIFRAS

Se exponen 79 cuadros. El catálogo cuesta 35 euros (Amigos del Museo, 26,25). Audio-guía, 1 euro. Impresión a la carta de 18 obras de Botero y 150 de la colección permanente del museo, www.museobilbao.com. Entrada, 6 euros. Reducida, 4,5. Gratuita, todos los miércoles. Exposición hasta el 20 de enero.

ESCULTURA

«Caballo con bridas» es una voluminosa escultura situada en la calle Gran Vía, frente a la Diputación. Botero comenzó su actividad escultórica en 1973 como traslación tridimensional de su característico estilo volumétrico. La sensualidad del color es sustituida por una superficie lisa y brillante de bronce.

MOMENTO DEL ARTE

«Hoy en día el arte no atraviesa su momento más glorioso. Las video instalaciones, por ejemplo, son cine más teatro. La pintura es una expresión sobre superficie plana. Resulta fresco, distinto. No veo por qué reemplazar lo uno por lo otro. ¿El arte conceptual es de ahora? No, el arte siempre fue conceptual, se basa en conceptos», explicó .

Toros, toreros colores y obras donde el volumen de los personajes y la superficie del propio cuadro son protagonistas

Fernando Botero parece un tipo serio en la soledad de la mesa de presentación de «Celebración». Mira con fijeza a quienes hablan a su alrededor, imposible adivinar que busca, pero un quiebro de palabra es suficiente para que esboce una amplia sonrisa que, luego, volverá a su faz. No, no parece el artista típico intratable subido en su pedestal. Firma catálogos con proximidad, dialoga con los presentes, ya de manera informal, y explica sobre la marcha algunas peculiaridades de su obra. La sala de la tauromaquia, nos recuerda que Botero admira el arte, que ve arte en una corrida de toros y que le parece mal que se «prohíban», como en Bogotá. «Es un arte, aunque sea cruel, la cacería también lo es, como los animales que nos comemos. Es un gran arte ligado a la cultura española. No puede desaparecer», comenta. Y cierra: «Sería un crimen», ahora sólo queda pensar quién es el ciminal. En cuanto a que sus protagonistas sean gordos y gordas, Botero apunta que siempre espera la pregunta, pero contesta que «nunca ha pintado una gorda», que «solo es cuestión de volumen. Si hubiese delgados y gordos sería otra cosa. La impactante exposición se prolonga hasta el 20 de enero. P.C.

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