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Mikel Etxeberria Militante de la izquierda abertzale

Basagoiti y el barro

Si una sociedad se encuentra en una fase de transición en que están afirmando los cimientos de un nuevo tiempo que definirá su porvenir, el papel de los políticos y su responsabilidad desde el presente hacia el futuro tiene que alcanzar necesariamente su nivel más alto. En momentos de crisis y cambio es cuando se debe exigir a las fuerzas políticas que desarrollen al máximo todo su potencial para estar a la altura de las circunstancias y alcanzar lo antes posible el nuevo escenario de justicia, democracia, desarrollo y bienestar.

Euskal Herria se encuentra en uno de esos momentos históricos en los que, partiendo de una situación de crisis general de España y habiendo sustituido los parámetros de enfrentamiento del conflicto político, afrontamos una fase de transformación que queremos que nos lleve hacia la recuperación de nuestra soberanía nacional y la integridad territorial en un modelo de socialismo vasco.

Tenemos ante nosotros una realidad de la que no podemos obviar ni el más mínimo de los elementos porque es mucho lo que la sociedad vasca tiene en juego. Así, en los últimos tiempos todos los agentes políticos se han ido moviendo de una u otra forma para adaptarse a las coordenadas del nuevo ciclo y fijar la ubicación más adecuada. En medio de esta efervescencia política vasca que tanta expectación e ilusión está generando en nuestra sociedad, nos encontramos con un personaje como el líder del PP en Vascongadas, Antonio Basagoiti, que como si de un astronauta mareado se tratara intenta enmascarar la absoluta desorientación de su partido recurriendo al chiste insulso, cuando no a la bobada parvularia, con irresponsabilidad manifiesta y como si los ciudadanos vascos padecieran algún tipo de infantilismo política.

En el momento en que la realidad le sobrepasa, un político responsable se detiene, reflexiona y busca un camino transitable para la sociedad a la que se debe. Por el contrario, los ineptos se bloquean, esbozan una sonrisa y salen con alguna gracieta. Para ilustrar esto nos vienen muchas imágenes al recuerdo.

Cuando a Antonio Basagoiti le dieron la alternativa en el ruedo del PP vascongado ya hubo división de crítica entre su propio respetable. Su pretendida frescura y naturalidad despertó recelos en el tendido más conservador, al tiempo que cierta indulgencia expectante por parte de quienes veían en su extraña e inquietante media sonrisa un desodorante contra el profundo olor a naftalina que desprendía el PP de Mayor Oreja y San Gil. Por encima de las discrepancias, todos coincidían en que aquel a quien en Madrid llamaban «el vasco» iba a dar grandes tardes de gloria. Y las está dando, pero no precisamente en el terreno de la inteligencia política, que es lo que nos está demandando la sociedad.

Un industrial me comentaba recientemente que cada vez que Basagoiti abre la boca el empresariado vasco tiembla. «Si quiere salir en la televisión, que vaya al club de la comedia -decía-. Nuestro país no está para payasos». Le pedí que no metiera entre esos políticos a los payasos, cuya inteligencia y calidad humana están fuera de toda duda. Pero trascendiendo a la anéctoda, lo que sí cabe preguntarse es si dentro de la oligarquía vasca hay alguien que pueda sentirse representado por Antonio Basagoiti y el partido que él dirige, que un día sí y otro también no hacen más que dar muestras de no tener ni la más mínima idea de dónde están o de qué alternativa ofrecer a una sociedad como la vasca, que se encuentra en un tiempo de transición política y empujada al abismo de la crisis económica y general de España.

El cambio de ciclo que hemos llevado a cabo en Euskal Herria ha provocado en el PP un tipo de esclerosis política que lo mantiene bloqueado, y el carácter unilateral de los movimientos del conjunto de la izquierda abertzale le está resultando letal en tierra vasca, al colocarle en una tesitura en la que haga lo que haga acabará pagando un importante precio político, de diferente magnitud bien sea al norte o al sur del Ebro. Lo que le da aire en una ribera se lo quita en otra. El PP en tierra vasca parece abocado a irse vaciando y a ocupar un lugar residual en la vida política de Euskal Herria.

Una actitud audaz por parte del ejecutivo español ante el emplazamiento de Aiete y el cese de la campaña armada de ETA le habría minimizado pérdidas y facilitado el camino. Lejos de ello, se ha cerrado en banda adoptando una actitud de bloqueo y sabotaje que la sociedad vasca no entiende y rechaza de forma unánime. El partido de Rajoy se ha introducido en un terreno en el que generar problemas contra el proceso democrático en Euskal Herria le revierte en problemas propios. Se afana en embarrar el campo para detener el avance de la izquierda abertzale y resulta que se hunde él en su propio barrizal. Comienza a parecer que España ha dejado de moverse bien en las ciénagas.

Así pues, el PP no lo puede estar haciendo peor; y, por si fuera poco y probablemente como consecuencia de ello, está comenzando a ser corroído por sus propias contradicciones internas y las hipotecas contraídas con sus halcones y sectores ultras. Durante años construyó y fortaleció un búnker contra Rodríguez Zapatero, que llenó de cuervos a los que alimentó opíparamente. Esos mismos córvidos son los que hoy buscan los ojos de Rajoy para sacárselos. Son las paradojas de la política y de la total ausencia de alternativa y valentía para afrontar de una vez por todas una resolución integral del conflicto político entre Euskal Herria y el Estado español. La ultraderecha que le aupó a la mayoría absoluta y con ello a la Moncloa reclama ahora su botín en forma de nacionalismo español extemporáneo y cutre y un antiindependentismo patológico que babea venganza contra nuestros prisioneros políticos. Además de ello está toda la maquinaria represiva y mediática, perfectamente engrasada durante decenios contra Euskal Herria y la libertad; periodistas liberados a sueldo, escoltas, empresas de seguridad amancebadas con familias fácticas del partido, sindicatos policiales y guardiacivilescos, asociaciones de víctimas, de la «defensa de España»... Los cuervos van a por sus ojos mientras están enfangados en los lodos de sus propios polvos.

El inmovilismo involucionista, y la falta de alternativa para la sociedad vasca les lleva al fratricidio en España y al suicidio político en Euskal Herria. Y en ello, Basagoiti y su partido pidiendo un pacto contra el independentismo. ¿Se puede ser más anacrónico? Al final, los soberanistas tendremos que agradecerles su inestimable colaboración en el camino hacia la recuperación del Estado Vasco.

Pero volvamos a lo serio: la unilateralidad de nuestros movimientos está siendo letal para el PP, y ese carácter nos debe seguir marcando el sendero. Con la debida perseverancia continuaremos profundizando en la tarea y nutriendo el proceso para abrir definitivamente las puertas a la resolución integral del conflicto y seguir hasta recuperar la soberanía nacional y la integridad territorial.

Estamos a poco de unas elecciones en las que los soberanistas debemos marcar un hito histórico, otro más de la serie que nos lleva a la libertad como personas y como pueblo. Pero no olvidemos que cada paso es la antesala del siguiente. El 22 de octubre volveremos al tajo porque tenemos que arrebatarles a nuestros prisioneros y traerlos a casa, deberemos seguir generando contradicciones al PP hasta que implicarse en la solución integral se les convierta en una cuestión de supervivencia política; también hay que afrontar la salida a una crisis económica injusta y cruel que puede convertirse en catástrofe humana. Y cómo no, hay que lograr la independencia y el socialismo.

Va a hacer falta mucha activación ciudadana, mucha acción social, política, institucional y, tengámoslo siempre bien presente, desobediencia civil y confrontación democrática, pues son características ineludibles del presente ciclo que nos llevará a la soberanía.

Vivimos tiempos determinantes que debemos transformar en victoria. No creo que haya nada tan magnífico como poder ser protagonista del tiempo que está dando a luz el porvenir de nuestra patria. Todos tenemos una tarea en ello, una responsabilidad para la victoria.

¡Vamos a ganar!

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