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Refexiones (V) | Elecciones del 21 de octubre

«No podemos esperar justicia de los mercados porque son injustos»

 Una vida dedicada al estudio de la Economía

Mari Carmen Gallastegui Zulaica es Catedrática de Fundamentos de Análisis Económicos de la UPV-EHU. Ha dirigido numerosos proyectos de investigación, y ha publicado un buen número de artículos en medios internacionales. Parte de su formación académica la recibió en la London School of Economics y en Estados Unidos, y ha impartido cursos de doctorado en la UPV-EHU y en otras universidades del Estado. Asimismo, ha sido consejera de Economía y Planificación del Gobierno de Lakua (1991); presidenta de la Comisión Ejecutiva de Ikerbasque; y directora del Programa de Doctorado en Análisis Económico, Técnicas Cuantitativas y Economía Pública, entre otros muchos cargos. Recientemente ha obtenido el Premio Nacional Lucas Mallada (2005) y el Premio Euskadi de Investigación (2006).

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Mª Carmen Gallastegui | Catedrática de Economía

Iker BIZKARGUENAGA

Hace tiempo que la economía ocupa un lugar privilegiado entre los quebraderos de cabeza de la ciudadanía. La dichosa crisis y sus consecuencias han aportado a la sociedad vasca una gran dosis de incertidumbre y una sensación de agobio que parece no querer abandonarnos. También enfado, mucho enfado por la gestión que se está haciendo desde las instituciones. Es lógico, por tanto, que la situación económica centre la entrevista que GARA mantiene con una de las personas que más sabe del tema en este país, la catedrática Mari Carmen Gallastegui. Desde su despacho de la facultad de Sarriko advierte: «Los mercados son injustos, no podemos esperar justicia de ellos, hay que obligarles a que sean medianamente justos, obligarles». Esta respuesta llega casi al final de la charla, cuando se le pregunta por la injusticia que supone que en toda crisis la búsqueda de la equidad quede siempre relegada a un segundo plano. «Es totalmente injusto -coincide-, pero tenemos que partir del convencimiento de que el mundo es totalmente injusto». Y más en tiempos como el que nos ha tocado lidiar.

Ha sido secuencial

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Es probablemente una de las preguntas que ronda en la cabeza de todos nosotros. Ante ella, Gallastegui admite que explicar lo ocurrido tiene algo de reto. «Ha habido tantos elementos que han influido para llegar aquí que es difícil tenerlos todos en mente. Porque no es que se hayan presentado a la vez, sino que ha sido algo secuencial. Esta es una crisis en la que casi cada dos o tres meses vemos que hay un elemento nuevo que nos está influyendo, que no lo habíamos tenido en consideración y que nos coge de sopetón, nos asusta... y tenemos que empezar de nuevo», explica.

Aunque sí hay algunos elementos conocidos de esta crisis, que va enumerando, explicando su origen en el sistema financiero estadounidense, los activos tóxicos, el contagio al sector financiero europeo..., y resume: «Aquello fue motivado porque la regulación de los mercados financieros era prácticamente nula. Se había pasado de una situación en la que había una regulación, con sus virtudes y sus defectos, pero que existía, a asumir que los mercados se autorregulan y que por tanto no hacían falta todas aquellas leyes. Y así pasamos de un estado en el que las cosas tenían un cauce, a otro en el que todo estaba permitido». Y como expone, «sabemos que en el terreno económico, las cosas dejadas en libertad total no van a funcionar».

Llegados a ese punto, el crédito en Europa empieza a fallar «y de repente nos encontramos con que estamos dentro de una moneda única que igual nos ha venido muy bien unos años, pero que igual ahora nos empieza a plantear problemas. Porque no hemos sabido hacer bien el trabajo de preparación que era necesario para adoptar esa moneda única, lo hemos hecho de una forma un tanto improvisada». Y es que, a su juicio, «nos introducimos en el euro en un momento en el que se hizo lo que buenamente se podía hacer, pero no todo lo que se tenía que haber hecho».

Y por si fuera poco, en el Estado español «la burbuja inmobiliaria, que todos esperábamos que fuera a reventar, explota en el momento más inadecuado». Algo que pone de relieve un hecho: «Hay un modelo de crecimiento en el Estado que ha resultado ser muy frágil». «Hay un sector que cae y todos los sectores que están relacionados con él, se desmoronan».

Y en este contexto, ¿qué le sucede a la economía vasca? Gallastegui apunta que durante tres años está «como contenida». «Parece que está preservada porque no tenemos un sector inmobiliario tan potente; tenemos un sector industrial al que ya habíamos hecho una reconversión y está respondiendo bastante bien, porque Europa sigue creciendo y somos una economía muy abierta». Pero todo tiene un límite, y llega un momento «en el que no hay manera de preservarse de lo que está ocurriendo fuera. Y empezamos a experimentar también los efectos de la crisis; la industria no puede vender, nos llegan reformas que nos afectan a todos, la demanda cae y si la demanda cae, todo cae... No sabemos por dónde tirar». Así que «estamos en un momento de parón, en un momento muy difícil. Y además fuera no se ve ninguna señal de recuperación».

Lo están haciendo muy rápido

Y es difícil que se vea ninguna señal, si solo se apuesta por los recortes y por medidas tendentes a reducir el déficit, sin propuestas para reactivar la economía. «Es la pescadilla que se muerde la cola; se contrae el gasto público, aumentan los impuestos, como consecuencia de ello hay menos capacidad de gasto, hay menos demanda, la demanda agregada cae, la oferta cae...». Aunque, por otro lado, cree que «no hay mucho margen de actuación. Porque el sector público, estando como está, tan endeudado, ¿qué hace?».

En su opinión, hay dos factores a tener en cuenta para valorar estas medidas. El primero, «que lo están haciendo muy rápido». «La consolidación fiscal se podía haber hecho un poco más despacio, sabiendo que hay que llegar a unos objetivos de déficit». Y en segundo lugar, destaca que «no todos los recortes se hacen en economías iguales». «No es lo mismo los recortes que se pueden hacer en el Estado del Bienestar de economías como la sueca, la alemana, que tenían estados de Bienestar potentes, o aquí. Aquí no teníamos un Estado del Bienestar tan potente, era mucho más reciente, menos consolidado». Y por ese motivo, «los recortes son mucho más dolorosos».

Por encima de las posibilidades

Doloroso, y enojante para quienes llevan desde mucho antes de la crisis siendo mileuristas (o peor), resulta tener que oír cosas como que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. «Siempre se generaliza», responde, añadiendo que «el sector público seguramente sí ha vivido por encima de sus posibilidades». «Ha gastado mucho dinero, gastado o invertido, más de lo que había. En la Administración General del Estado hay muchos agujeros por los que se va mucho dinero no sabemos dónde. Incluso las familias, porque el endeudamiento familiar es también muy alto. Había crédito barato y hemos respondido pidiendo ese crédito y gastando. ¿Pero qué esperaban que hiciéramos?», se pregunta. En cualquier caso, y volviendo a la percepción de la gente, señala que «efectivamente, no todo el mundo ha vivido por encima de sus posibilidades».

En una situación grave en términos generales, para esta profesora lo peor de todo es el paro. «Si tuviéramos que convivir con la sensación de que no podemos hacer todo lo que hacíamos antes, que todo es más caro, pero tuviéramos trabajo, sería una cuestión de adaptarnos a la situación. Pero la tragedia es que no hay trabajo». Y en particular, que no hay trabajo para los jóvenes. «Estamos en una situación totalmente desequilibrada e ineficiente, porque una economía que no proporciona trabajo a la gente joven que vive en ese lugar es un fracaso total».

En todo caso, Gallastegui no cree que la tasa de desempleo alcance aquí las cifras del Estado español. «2014 no va a ser para echar cohetes, pero sí un año en la que la recesión se atempere, igual con décimas de crecimiento positivo. No compatible con la creación de empleo, pero sí compatible con un no incremento en las tasas de desempleo. Esta economía no creo que tenga tasas de paro natural del veintitantos por ciento, creo que la parte estructural de esta economía había logrado reducir la tasa de paro natural a niveles muchos más bajos», apostilla.

Debate sobre la soberanía

La crisis ha servido para reactivar el debate sobre la soberanía, también en el ámbito económico. Sobre este tema, Gallastegui afirma que «si buscar métodos para que no nos invadan las consecuencias de ese `boom' inmobiliario, ese desastre, y tener márgenes para no contagiarnos de todo eso; si poder hacer nosotros lo que consideremos oportuno, y mantener con mucha potencia una fuerza vital para nosotros como el Concierto Económico; si eso significa tener que ir separándonos de ciertas cosas porque quieren que todo sea más homogéneo, pues tendremos que hacerlo».

Aunque también señala que «en un mundo tan globalizado siempre necesitas redes de interacción, y las redes de interacción nuestras están con la economía española». A su juicio, «no es incompatible defender instrumentos de política económica propios y formas propias de hacer las cosas con mantener una red en la cual el mercado está abierto. Creo que esto de la soberanía algunos lo ven como que nos vamos a una moneda distinta, y a las fronteras... y eso ya pasó a la historia. No estamos hablando de eso, sino de tener un margen de actuación propia, instrumentos que consideramos válidos para hacer las cosas que nos interesan. A eso le llamaría yo soberanía».

Y volviendo al comienzo de esta crónica, o al final de la entrevista, a la necesidad de justicia y equidad, Gallastegui dice que ambas tienen que ser «un componente fundamental de cualquier política pública. Tienen que estar en primera fila. Es muy fácil aprobar políticas en las cuales los costes se distribuyen entre mucha gente y los beneficios entre muy pocos. Eso es fácil, pero eso es lo que no hay que hacer. Como economistas tenemos que tener siempre la palabra equidad en la boca, no solo la palabra eficiencia».

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