San Telmo aborda el proyecto fallido de Oteiza, «Izarrak alde»
La exposición, que durará hasta el 11 de noviembre, va unida a unas jornadas y un seminario que servirán para entender mejor el pensamiento de Oteiza, así como para iniciar un debate y expandir conocimientos entre artista y arquitectos. La muestra de San Telmo cuenta con maquetas, documentos y bocetos de un proyecto que nunca se desarrolló.
Nagore BELASTEGI | DONOSTIA
El Museo San Telmo acoge hasta el 11 de noviembre en la Sala Laboratorio la exposición «Oteiza y la nueva monumentalidad. Izarrak Alde, un cementerio para San Sebastian» que tiene como eje central el proyecto fallido del escultor Jorge Oteiza, en colaboración con un grupo de arquitectos, para realizar el nuevo camposanto de Donostia, que finalmente no se construyó.
La exposición sirve para entender mejor el pensamiento del artista de Orio y forma parte de una serie de eventos que tendrán lugar durante este mes en el museo; unas jornadas sobre el tema y un seminario, enfocados a los estudiantes de Arquitectura y Bellas Artes.
Todo esto no habría sido posible sin el convenio de colaboración que tiene el museo donostiarra con la Fundación Jorge Oteiza Museoa. De hecho, según indicó la directora del Museo San Telmo, Susana Soto, las obras de Oteiza que se exponen permanentemente provienen del deposito de la fundación. Asimismo Juan Pablo Huércanos, subdirector de la Fundación Jorge Oteiza Museoa afirmó que esta colaboración es importante para dar a conocer el pensamiento y la obra del escultor.
La obra que nunca se hizo
El origen de la exposición y el resto de actividades es un concurso público que realizó el Ayuntamiento de Donostia en 1985, al que Oteiza se presentó. Los participantes, 17 propuestas en total, debían presentar sus ideas para construir un nuevo cementerio en la colina de Ametzagaina. El concurso se desarrolló envuelto en un mar de polémicas, debido a que las bases y las indicaciones sobre el terreno no eran correctos. El proyecto realizado por Oteiza en conjunto con el arquitecto Daniel Fullaondo y su equipo, que llevaba por nombre «Izarrak Alde», ni siquiera fue aceptado por incumplir las bases. Al parecer fue rechazado por incluir maquetas y fotos, a pesar de que el propio Oteiza considerara inconcebible un proyecto sin imágenes.
Los problemas crecieron cuando, habiendo elegido ya un ganador, el presupuesto no permitía realizar la obra. Finalmente el cementerio no llegó a construirse por razones urbanísticas.
Si Oteiza hubiera conseguido participar, habría ganado y el proyecto seguiría su cauce, «Izarrak Alde» le habría servido, además, para quitarse la espina de otro proyecto en Montevidéo que sí ganó, pero que tampoco llegó a construirse.
Los profesores Ana Arnaiz y Xabier Laka, que acudieron al acto de presentación en nombre del grupo investigador del departamento de escultura de la Facultad de Bellas Artes de la UPV, explicaron los detalles de la importancia de esta exposición en su ámbito.
Arnaiz explicó que llevan desde 2003 trabajando en torno a Oteiza gracias a la fundación, y que ahora es un momento especial porque pueden seguir desarrollando sus conocimientos y compartirlos en esta exposición que relaciona al escultura con el espacio público.
«La muerte era muy importante para él. Hizo del cementerio el elemento artistico, otra ciudad», contó. Y partiendo de esa «ciudad» quiso construir un nuevo paisaje donde se instalaría el Instituto de Investigaciones Estéticas Comparadas.
Xabier Laka cree que lo que se ha considerado un «fracaso del arte» no es un fracaso, sino una paradoja que necesita tiempo. «Para los creadores el tiempo es una materia prima, como el papel. Solo el tiempo dirá que pasará con esa obra de arte», afirmó. El profesor recordó que las esculturas del Santuario de Arantzazu estuvieron tiradas en el suelo por censura y porque la gente no entendía ese arte, hasta que llegaron otros tiempos.
Laka también explicó que a pesar de que se dice que Oteiza abandonó la escultura e inició su andadura en el mundo de la arquitectura, no fue así. «Él era escultor. Abandonó su posición endogámica del artista y se lanzó a otras disciplinas. La escultura tiene el formato que quiere». Por lo tanto, Oteiza siguió haciendo esculturas, aunque colaborara con arquitectos.
Laka, además, explicó que la razón de realizar las actividades dedicadas a este proyecto en San Telmo no es solo la colaboración con la Fundación Jorge Oteiza Museoa, sino que existen otras coincidencias. Las propuestas para el concurso se presentaron allí, y fue en sus salas donde el jurado eligió al ganador.
Siempre fue escultor
La exposición, las jornadas y el seminario no tienen como objetivo el arte de Oteiza en sí, sino partir desde él y desarrollar un debate. «La exposición cuenta con diferentes disciplinas y parte de la documentación que los propios ideadores del proyecto escribieron», explicó Arnaiz.
Así, en la muestra podemos encontrar ideas de cómo iba a desarrollarse la propuesta, cartas entre los colaboradores, dibujos fundamentales, los primeros bocetos «que muestran que la muerte es un viaje hacia fuera y que por eso el lugar de los muertos no puede estar quieto».
Según la profesora, Oteiza se planteó la idea de darle al proyecto una forma dinámica que puede apreciarse en la que ella cree que es una pieza clave: un collage muy simple hecho con fotocopias muestra una pista de aterrizaje.
«Una colina serviría como un pequeño monumento de cualquier ciudad, pero en este caso el monumento era para toda la ciudad y no iba a ser solo un monumento», dijo Arnaiz.
Laka subrayó también esa idea diciendo que el arte no debe ser un simple elemento decorativo, sino que debe tener una función desde su origen. Una escultura es, en su opinión, «un espacio activo, sin estar necesariamente lleno de actividades».
Oteiza no ganó el concurso público, pero aunque lo hubiera logrado el proyecto no se habría desarrollado debido a la planificación urbanística.
La exposición sobre «Izarrak Alde» servirá para acercar el proyecto al público, pero académica y profesionalmente tendrán más interés las cuatro jornadas y el seminario que se organizará en las próximas semanas. Cada miércoles de octubre, comenzando hoy, se celebrará un seminario en el que participarán los profesores del grupo de investigación del departamento de escultura de la facultad de Bellas Artes, los arquitectos que concurren en el proyecto junto a Oteiza y otros profesores de la UPV que tengan algún tipo de vículo con «Izarrak Alde».
Uno de los ponentes el 24 de octubre, por ejemplo, será César Poterla, arquitecto que construyó un cementerio en el que nadie quería ser enterrado en Finisterre. Todas las jornadas se celebrarán a partir de las 19.30 en el Museo San Telmo.
El 17 de octubre, además, el seminario «Oteiza y la sintesis de las artes. La construcción de una estética» reunirá entre las 10.00 y las 14.00 y, por la tarde, de 16.00 a 18.30 a los alumnos y profesores de la Facultrad de Bellas Artes de la UPV y de las escuela Técnica Superior de Arquitectura de Donostia. Las actividades en relación a este tema celebradas en San Telmo, incluída la exposición, son de entrada libre. N.B.
El escultor nunca abandonó el arte. A pesar de que probó con diferentes disciplinas siguió vinculado al mundo de la escultura, y no fue arquitecto.
El cementerio pretendía ser un monumento a toda la ciudad, y hubiera contado con diferentes elementos en los que la gente participaría.
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