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Zarautz frena el proyecto con «los tomates más caros del mundo»

El proyecto para construir en Zarautz un centro cultural de diseño vanguardista y coste desorbitado -21 millones de euros- se evapora ante la tozuda realidad: no hay dinero. El gobierno municipal se ha puesto manos a la obra para detener todo el plan y repensar las infraestructuras, ajustándolas a las posibilidades económicas y a las necesidades ciudadanas.

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Imanol INTZIARTE | ZARAUTZ

Hace ya más de ocho años que arrancó la historia del policultural de Zarautz, el proyecto para la construcción de un vanguardista centro de artes escénicas presupuestado en 21 millones de euros. Una historia de la que al parecer se están escribiendo los últimos capítulos.

Y es que en el Pleno municipal de setiembre se decidió, con los votos favorables de Bildu -que ostenta la Alcaldía- y Aralar-Ezker Anitza la paralización de uno de los contratos suscritos, en este caso con la firma estadounidense Artec, que se iba a encargar de la acústica del recinto. La cantidad que habrá de abonar el Consistorio asciende a 40.173,79 euros. PNV y PSE se posicionaron en contra, mientras que el único edil del PP se abstuvo.

Según explicó el concejal de Urbanismo y Hacienda, Iñaki Eizagirre, también se ha pactado la clausura del acuerdo existente con la ingeniería Idom, encargada de la gestión. La votación para paralizar este contrato se llevará a cabo este mes. Las complicaciones surgen con el tercer contrato que debe anularse, el que la sociedad pública Zarautz Lur firmó con el arquitecto austriaco Wolf Prix. Este reclama una indemnización de 187.500 euros, lo que a juicio del Consistorio es una cantidad desorbitada. Si no hay acuerdo la cuestión puede terminar en los tribunales.

El proyecto del policultural nació con Maite Etxaniz en la Alcaldía -entonces en EA y posteriormente en Hamaikabat- y con el concejal de Cultura José Mari Agirre (PNV), quien en la siguiente legislatura sería responsable de Obras y Proyectos.

Para levantar el edificio se reservó un solar en la zona de Salberdin, junto al convento de Santa Clara. «Una sala para 600 espectadores, espacios para exposiciones, escuela de música y salas polivalentes y un espacio exterior que también pueda utilizarse como auditorio y plaza pública», explicaba Agirre en setiembre de 2007.

En ese momento se entraba en la recta final del concurso para elegir el diseño arquitectónico. Pasaron a la final cinco profesionales de prestigio internacional. El mencionado Wolf Prix, segundo en la pugna por el Guggenheim de Bilbo, se llevó finalmente el gato al agua.

«Megalomanía»

En las bases se requería a quienes se presentaran que hubieran acometido alguna vez un proyecto de al menos doce millones de euros. El Colegio de Arquitectos Vasco Navarro criticó estas demandas al entender que «discriminaba» a la gran mayoría de los profesionales locales, y utilizó el término «megalomanía» para definir las aspiraciones del equipo municipal.

Los delirios de grandeza se toparon con la cruda realidad económica. La ejecución del proyecto dependía de un convenio entre el Consistorio, la Diputación de Gipuzkoa, el Gobierno autonómico y el Ejecutivo de Madrid. Ese acuerdo no llegó porque no hay dinero para un proyecto de estas dimensiones.

El resultado es que hasta la fecha se han gastado 1.134.961 euros, que en el peor de los casos llegarán a 1.369.461 euros, según las cifras a las que ha tenido acceso GARA. Casi 46.000 euros se han evaporado en «dietas y otros gastos» a cargo del Ayuntamiento o de la sociedad Zarautz Lur.

Todo para conseguir «los tomates más caros del mundo», ya que el solar está hoy en día ocupado por huertas. En estos años se ha producido el cierre del cine Modelo y del teatro Lizardi, por lo que el pueblo se encuentra sin espacios para actividades culturales. Revertir esta situación es el objetivo del gobierno municipal, que analiza las alternativas -por ejemplo alquilar el cine- junto con diferentes colectivos locales.

los gastos

Según las cifras a las que ha tenido acceso GARA, hasta la fecha se han gastado en el proyecto 1.134.961 euros. Dependiendo de la compensación que haya que abonar al arquitecto Wolf Prix, en el peor de los casos se llegaría hasta 1.369.461 euros.

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