No se puede negar que «I might» tiene un encantador punto de nueva ola neoyorquina, una especie de cruce entre el lado más amable de unos Stranglers mezclados con Talking Head. Sin embargo, «Art of love» es una pieza libre de siete minutos donde a Wilko se le va la cabeza en un viaje introspectivo. Traslado onírico con toque de experimentación, rabia y desconsuelo que vuelve a reproducirse en los doce arrebatadores minutos de la maravilla «One sunday morning». Soberbias muestras contenidas en «The whole love», el álbum que Wilko editó en 2011 y que puede ser la base de hoy en el Palacio Euskalduna de Bilbo.

Con todo, en un concierto resulta casi impensable que no haya aportaciones de su pasado más próximo al country alternativo, incluso al folk, aunque cabe pensar que la formación de Illinois se encuentra en un nuevo momento donde el pasado tiene el valor que le quiera dar la historia y que lo único que cuenta es el presente, un tiempo donde Wilko resultan menos predecibles e igual de sugerentes.

No es una banda de mayorías, para infortunio de la música, pero sí un grupo de grandes festivales y teatros o salas de aforo medio. Parece un contrasentido, pero tiene su lógica, ya que los festivales congregan a miles de seguidores de diferentes puntos y la sala o el local a los de su entorno.

El Palacio Euskalduna es un lugar idóneo para escucharles, para dejarse apretar con bellezas como las semiacústicas «Black moon», «Open mind» o «Rising red lung», de tejidos folk no fabricado en China . El referente al grupo Televisión (uno de los elegantes puntos de mira de Wilco) se halla en «Born alone».

Wilco se forma en 1994 con miembros de Uncle Tupelo poco después de la marcha de Jay Farrar. Desde entonces el sexteto lo capitanea el vocalista y compositor Jeff Tweedy.