La campaña electoral que ya parecía empezar a languidecer en una cadena de mensajes repetidos halló un punto de inflexión ayer en el Bizkaia Arena del BEC. EH Bildu se había planteado el arriesgado reto de llenar el inmenso pabellón de Barakaldo, lo que no pudo hacer el sábado anterior el PNV, y además de lograrlo consiguió completar un acto político pleno de emoción. Con dos momentos cumbres ya antes del discurso de Laura Mintegi, la candidata a lehendakari: el castell de seis pisos levantado por la colla de Vilafranca, símbolo del auge de la independencia, y los cuatro minutos de intervención de Arnaldo Otegi desde la prisión de Logroño, en un mensaje grabado.

Se habían prometido sorpresas, y desde luego no faltaron. La salida de los castellers, de todas las edades, coreando el lema de «In-inde-independència» puso en ebullición el BEC, que estalló cuando se levantó el último piso. Voluntarios salidos del público se acercaron para echar una mano en la construcción del castell, como si fuera un símbolo de la conexión entre los independentistas de los dos pueblos.

La temperatura subió también muchos grados con los gritos de ``Euskal presoak etxera'' que acompañaron a la interpretación de ``Zapalduen olerkia'' de Ken Zazpi. Antes, el beratarra Petti cantó también junto al público otra canción con mucho significado: ``Izarren hautsa''.

Entre medio, una voz ausente pero siempre recordada y esperada: la de Arnaldo Otegi, que fue protagonista de un mitin inverosímil desde la cárcel de Logroño. Una intervención obligadamente densa, por la limita- ción de tiempo, pero en la que dejó nuevos mensajes. Sobre todo el dirigido a los actuales mandatarios españoles indicándoles que el tren de Euskal Herria se les escapa.

Otegi recordó que Alfredo Perérez Rubalcaba dijo en 2007 que ETA pudo acabar como el IRA pero había preferido acabar como el GRAPO, y devolvió la pelota a Madrid con esta expresión: «Podíais haber acabado el conflicto político como en Irlanda, con un acuerdo, pero habéis decidido hacerlo como en Escocia, Quebec, Flandria y Catalunya, con la independencia, directamente con la independencia».

Ante una concurrencia que no perdía detalle, el líder independentista preso hizo ver que esta no es una crisis más, sino que «va a cambiar el mundo», y auguró que Euskal Herria debe ser consciente de que su oportunidad está delante. Planteó primero asentar el escenario de soluciones frente a los «enemigos de la paz», afirmando que «nuestra consigna ahora debe ser `vaciar las cárceles y ocupar las calles'». Animó acto seguido a construir un acuerdo nacional sobre el marco político, pero avisando de que no es posible hacerlo sobre las claves anteriores, porque «el ciclo de la autonomía se ha acabado» y ya no hay margen de acuerdo con el Estado. Y concluyó como gusta: «Sonreíd porque vamos a luchar, sonreíd porque vamos a ganar. ¡Nacimos para ganar y vamos a ganar!»

Sus palabras enlazaron con las pronunciadas por Mintegi apenas unos minutos después. También ella se preguntó «adónde vamos» y se respondió «¡a ganar, vamos a ganar!», pero matizando que la mirada de EH Bildu no solo apunta a las urnas, sino que va mucho más allá: «No estamos planteando unas simples elecciones, estamos peleando la nueva sociedad que queremos para nuestros hijos, una sociedad justa, solidaria, libre, compartida, respetada...»

La candidata a lehendakari trazó una mirada muy humana a las víctimas de la actual crisis, que definió como «profundísima, salvaje, que nos acogota». Pero advirtió de que «no es cierto que las cosas no se puedan cambiar, no es cierto que no haya otras formas de hacer política, ni otras políticas».

Con todos los candidatos en el estrado junto a ella, Laura Mintegi propuso una curiosa forma de hacer política. Aseguró que EH Bildu actuará «con un pie en la calle y otro en las instituciones, con un ojo en la situación actual y otro en la nueva sociedad que diseñamos, tendremos que ser así, un poco cojos y un poco bizcos». Y añadió que «sabemos qué hay que hacer, lo estamos haciendo en Gipuzkoa».

Antes de apuntar al futuro, Mintegi recordó «de dónde venimos y dónde estamos». Destacó que la opción a la que representa parte de «una cultura del diálogo. Hemos hablado, nos hemos reconocido, hemos hecho un proyecto, que es más que una suma de siglas, más que una unidad de fuerzas, es un proyecto de país». A partir de ahí, afronta el reto de una nueva sociedad y «un país vasco libre en Europa» y lo impulsará con una política «más creativa. Hay que apostar, hacer cosas que no se han hecho hasta ahora».

Arzallus y Alvarez Solís

Antes que Otegi y Mintegi se escucharon también otras dos intervenciones (todo ello en apenas hora y media). Primero fue el bertsolari Amets Arzallus quien trazó una reflexión muy poética sobre la tierra y las personas como la base de la independencia, jugando con conceptos como el arraigo y el destierro y recordando que los vascos tienen raíces hasta en el Cáucaso pero al mismo tiempo han demostrado saber vivir como vascos hasta en Cabo Verde.

Si Arzallus dejó un regusto dulce en la grada, con el periodista Antonio Alvarez se desataron las risas en una intervención plagada de anécdotas de todos los tiempos y hasta alguna parábola. Su mensaje principal fue el de que Euskal Herria es hoy «un gran laboratorio para Europa y para todo el mundo,». Y, en paralelo, para asegurar que su lucha no solo tiene como beneficiaria a la ciudadanía vasca: «Cuando vosotros defendéis la independencia, estáis defendiendo también mi independencia».

Su reflexión conectó con la de Mintegi, que acabó asegurando que con el proyecto de EH Bildu no solo ganarán sus votantes, sino toda la sociedad. Que la coalición es ya mucho más que una suma de partidos quedó claro en las intervenciones, pero también en la asistencia y un ambiente cargado de optimismo.