Reflexiones (XII) | Emilio Majuelo Historiador
«Urkullu templará gaitas y no repetirá la apuesta de Catalunya»
Su despacho en la UPNA es una atalaya inmejorable para otear desde Nafarroa la azotada realidad que nos rodea con ojo académico. Él es experto en Historia Contemporánea y no quiere ser más. «Manténme distante en la entrevista. No soy un estratega », advierte serio.
Aritz INTXUSTA
Historiadores y periodistas miran al mundo con gafas distintas. Los primeros ven la realidad en etapas, encuadrando cada cosa en un determinado proceso que dura años, cuando no décadas. Los periodistas, sin embargo, sacrifican por viejo aquello que tiene más de 24 horas y se pierden en cada instante. Por ello, los historiadores resultan imprevisibles y difíciles de dirigir en una entrevista. Majuelo se enroca en casa para la suya, porque según dice busca la comodidad del silencio. Su salón, con una ventana que se asoma al Arga, resulta algo impersonal por la sencillez. Está limpio y muy ordenado, lo que baña todo de un aire metódico. Ante la imposibilidad de coincidir en qué significa «hoy» o «ahora», es preferible que lance él la primera piedra. Y Majuelo se arranca hablando de Catalunya y del año 1977.
Retrato del órdago catalán
«Visto lo que ocurre en Catalunya, este momento es muy curioso, porque remite a 1977 y 1978», comienza. La posibilidad del referéndum catalán empuja a Majuelo a hablar sobre «capítulos no cerrados» y «puntos que no quedaron claros» antes de que se forjara la Constitución del Estado español. Es como si el roto solo hubiera recibido un hilván y estuviera condenado a desgarrarse una vez tras otra.
«Las leyes responden a correlaciones de fuerzas que se dan en un determinado momento. Pero cuando una correlación de fuerzas cambia o suceden acontecimientos que cambian las condiciones, se necesita buscar una salida nueva si algo se ha cerrado en falso», expone. En este punto, Majuelo sostiene que un nuevo zurcido que vincule a Catalunya con el resto del Estado «solo puede darse por elevación a lo existente» para que no se repita un nuevo remiendo. Y aquí cabe la posibilidad de un pacto de igual a igual. Pero Majuelo piensa que no va a ser un camino de rosas. «Llegados a este punto, hay que buscar un arreglo, pero hemos de ser conscientes de que el pulso que está echando Catalunya coloca en una posición muy complicada al Estado español».
Majuelo está convencido de que las autonomías se quedaron cortas y lo atribuye a que «la derecha española siempre ha sido cerrada o cerril». Como experto en historia reciente, constata que el resto de modelos que buscaron una territorialización diferente «siempre han fracasado» debido al poder de la derecha.
La independencia catalana, sin embargo, aún está lejos, para este profesor. «El federalismo puede ser muy factible, pero la independencia catalana hoy día es política-ficción. Nadie sabe aún siquiera cómo hacerlo. Es una piscina sin agua».
En gran medida, los catalanes han conseguido hacer que el federalismo sea plausible, porque «lo pueden alcanzar sin perder nada». En este punto, Majuelo es sumamente pragmático: en la valentía de CiU hay poco riesgo, porque de todos estos movimientos no va a salir una fiscalidad peor para los catalanes o una limitación de su actual nivel de autogobierno. El pulso es fuerte, pero las posibilidades de ganar son igual de fuertes.
De momento, Majuelo destaca que Catalunya ya ha recibido una oferta por parte del PSOE, que ha resucitado la vía federalista. «La propuesta de Alfredo Pérez-Rubalcaba resulta esperpéntica», dice el profesor. Enseguida se explica. No es que el ofrecimiento sea esencialmente malo, sino que resulta «forzado e improvisado» y, además, ya está visto: «Lo que ahora plantea Rubalcaba a los catalanes es lo mismo que proponía el primer Zapatero». La idea que lanzó el expresidente de «respetar la voluntad de vascos y catalanes» es lo que ahora pretende resucitar, de forma obligada, su sucesor al frente del PSOE. «Y sin embargo, Zapatero no pudo cumplir su palabra, porque se le rebeló su propio partido. Esta vía federalista acabó por convertirse en un via crucis para el expresidente. Lo crucificaron sus compañeros», afirma.
El miedo que atenaza al PNV
«CiU, en realidad, no se juega nada. Sin embargo, en la CAV una jugada similar sería de alto riesgo para el PSE y el PNV. Significaría casi apostarlo todo», dice Majuelo, que se va acercando a la cuestión vasca. «Entiendo que Urkullu quiere templar gaitas» -después se arrepiente de la expresión y prefiere que se transcriba como «atemperar» o algo así, pero al final consiente que se mantenga-.
Por resumir estas ideas, insiste en que la mano de cartas que tiene CiU es excelente, pues ningún miedo cabe en el que nada tiene que perder. Por contra, el PNV está preso del Concierto Económico, por miedo a que el Estado lo elimine en represalia. Así que cree que para Urkullu una salida a la catalana conlleva demasiados riesgos y su mano no es tan buena.
Añade que su capacidad de jugarle un pulso a Madrid no es la misma, porque su apoyo es menor entre los poderes fácticos. «No nos engañemos, CiU y PNV son muy distintos. CiU tiene detrás a la alta burguesía catalana, incluyendo también a las grandes fuerzas económicas que operan en Catalunya». Detrás de Sabin Etxea, sin embargo, no ve tanto poder. «Cualquiera puede comprobar, si quiere, que el PNV no controla los grandes poderes económicos de la CAV. Esos siempre han pertenecido a la derecha española», sentencia.
«Sin los recursos del Convenio, la CAV se queda muy al pairo», prosigue el historiador. Para él, ambas aspiraciones se resumen en una pugna por el control de los recursos. «Sin recursos no hay gestión», dice. Majuelo explica que Urkullu estará pensando ahora en qué recursos podrá gestionar.
Por otra parte, si la batalla consiste en conseguir que el Estado español entregue más recursos al Gobierno de Lakua o a la Generalitat, hay que analizar el concepto de oportunidad. Para ver si éste es el mejor momento, se debe calibrar en qué momento de forma se encuentra el Estado español. En este punto, Majuelo se vuelve tajante: «Eso de que el Estado español está muy débil es una bobada. A la derecha española aún le quedan mil posibilidades por hacer si se ve acorralada».
Pese a enumerar toda esta lista de obstáculos que quedarían a los independentistas vascos y catalanes para conseguir salir del Estado español, Majuelo entrega también un balón de oxígeno para Euskal Herria: el de que no somos tan importantes. «Poblacionalmente y económicamente, no es lo mismo Catalunya que Euskal Herria». Partiendo de ahí, entiende que los vascos somos más prescindibles que los catalanes.
La independencia, aún lejana
«Para la independencia hace falta andar mucho», explica el historiador. Estima que tiene que ser una opción tangible y realista antes de poder ejercerse. Es una idea compleja a la que retorna una y otra vez. Asegura que a Euskal Herria le falta «una experiencia histórica» aún por vivir y también «elementos de convencimiento». Al final, tras muchos intentos de hacerse entender sin encontrar la comprensión plena de su interlocutor periodista, halla un ejemplo con el que se entiende mejor su reflexión: «Si tú trabajas en una fábrica y quieres explicar a un compañero que la independencia es lo mejor, ¿cómo lo harías? ¿Exactamente qué argumentos vas a dar?», pregunta.
En su opinión, faltan respuestas. La independencia es, a sus ojos, un salto que necesita ser apoyado por las distintas fuerzas políticas de forma transversal. Para conseguir este acuerdo entre distintos, hay que ser capaces de bajar la independencia del plano ideológico al suelo, hasta la planta de una fábrica, con argumentos reales y visibles. Majuelo cree que la independencia no se puede agarrar dando un salto, sino que para atraparla primero hay que tenerla tan cerca como para rozarla con la punta de los dedos. Y, a día de hoy, cree que la posibilidad de un Estado vasco sigue volando demasiado alto. «¿Qué vamos a hacer con la deuda? ¿Nos vamos del euro? Ambas son preguntas que habría que saber responder antes de poder acceder a la independencia como país», afirma.
La izquierda abertzale
Aunque ve la independencia lejos, Majuelo, sin embargo, aprecia que la simple idea ya está afectando a lo que sucede actualmente. En el caso de Catalunya, CiU y Artur Mas se han subido a «una ola» de independentistas que han dado fuerza a sus reivindicaciones. En Euskal Herria, la presencia social de la independencia se debe, en gran medida, a la irrupción de Bildu y a la izquierda abertzale. Pero Majuelo ve el discurso poco trabado: «Bildu acude a las elecciones con la independencia por bandera, pero todavía en el marco ideológico político», sostiene.
Achaca al acoso que ha sufrido esta falta de concreción a la hora de establecer el mecanismo para que Euskal Herria se convierta en un Estado libre. «No es culpa de la izquierda abertzale», le exonera. «La falta de la elaboración de este proyecto es un éxito de [Baltasar] Garzón, porque es fruto de su lucha contra la izquierda abertzale en su conjunto. Le obligó a centrarse en una dinámica de defensa y autodefensa, sin capacidad para mucho más», valora. Ahora estima que esto se ha convertido en un «déficit» para que la izquierda abertzale «elabore, debata y analice». Hasta ahora era imposible porque «la autodefensa no les dejaba respirar. Sus cabezas acababan en la cárcel».
Aun constatando esta carencia, Majuelo acepta que «ciertamente, no se les puede pedir que hagan ese debate antes de las elecciones. Y tampoco les hace falta», afirma. En todo caso, al historiador navarro le intriga cómo pueden afectar las elecciones a ese debate. «La izquierda abertzale necesita coger cuerpo si quiere sacar adelante su proyecto. ¿Cómo se lleva a cabo eso cuando ya se está en las instituciones?», se pregunta. Majuelo se aventura a poner una serie de requisitos que, a su juicio, pueden ser claves en este proceso que se está abriendo en el seno de Bildu. Asegura que debe convertirse en un «instrumento abierto y dúctil», con capacidad para ampliarse para tener éxito. Por contra, augura que una estructura cerrada puede «generar desconfianzas insalvables».
Majuelo es consciente que el debate de la izquierda abertzale para apuntalar y cimentar sus ideas no está constreñido únicamente a la vía para la consecución de la independencia. Por su trayectoria, debe elaborar también su propuesta de izquierdas y sostiene que esta ha de ser nueva, porque «no hay socialismo pasado que se pueda copiar». En este punto, el profesor sostiene que «la izquierda está recuperando la moral» en los últimos tiempos y apunta que necesita hacerlo cuanto antes porque se va a enfrentar a retos que creía superados, como el que muchas personas no tengan qué comer.