Según publicó en su edición de ayer el diario «Granma», órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, el país caribeño modificará su política migratoria eliminando el largo y caro procedimiento del Permiso de Salida y del requisito de la Carta de Invitación, posibilitando que los cubanos que deseen viajar lo hagan con su pasaporte corriente. Esta medida, la última de una serie de reformas que el presidente Raúl Castro está acometiendo, es una buena noticia en tanto que protege la libertad y reconoce el derecho de los cubanos a viajar, emigrar y establecerse por el mundo, y beneficia la normalización de las relaciones entre Cuba y su diáspora. En línea con el sentimiento abrumadoramente mayoritario del pueblo cubano, esta decisión abre nuevas oportunidades y nuevos horizontes para el desarrollo de su apuesta y merece el aplauso.

La política «pies secos, pies mojados» de EEUU que otorga la residencia automática a todo aquel que llegue de la isla, el ilegal bloqueo... ha hecho de la migración un «frente de batalla», una cuestión sensible que ha generado dramáticas consecuencias. Con esta decisión soberana, Cuba hace más insostenibles esas políticas de «guerra» y dota de mayor impacto global a su Revolución.