Kanpaina barrutik | Elecciones del 21 de octubre
Euskal Herria en el espejo catalán
Como si fueran dos ojos de la misma cara, con la mirada fija en el mismo objetivo pero desde distinto sitio, el proceso catalán ha marcado la campaña vasca. Pero no para todos por igual: paradójicamente, Basagoiti ha traído a Sánchez Camacho, pero Urkullu no ha recurrido a su socio Mas. EH Bildu ha sido el más activo; para la historia de las campañas queda el «castell» del BEC, que ahora explican sus autores.
Maider IANTZI
El president de la colla de Vilafranca, Manel Trias, vivió el pasado sábado en el BEC una de las sensaciones más impactantes de los veinte años que lleva haciendo castells. «Fue todo», resume. Le impresionó mucho la entrada, la ovación, los gritos de independencia, y todavía más el silencio sepulcral que se hizo en todo el pabellón cuando se dispusieron a montar la construcción. «Conforme la íbamos levantando, se generaban aplausos y una expectación como si fuésemos a hacer una obra de arte. Te sentías como un virtuoso, artista, cantante de ópera o director de orquesta. Sentías que íbamos a hacer algo importante y que realmente toda la gente lo iba a valorar como una cosa única». Y eso, como portadores de su cultura, les puso la piel de gallina.
Dani Gómez es corresponsal de Catalunya Radio y al igual que otros cuatro periodistas catalanes -dos, el de TV3 y él, viven aquí, y los otros tres han venido a cubrir la campaña- también estuvo en Barakaldo. Constata que el movimiento soberanista catalán está marcando la agenda de los partidos vascos. «La paradoja es que los menos independentistas, el PP, son los que más están explotando el tema y los más independentistas, EH Bildu, no necesitan tirar de este argumento para hacer campaña. Antonio Basagoiti se ha propuesto hablar de Catalunya en todos los mítines. De hecho, la estrategia que tenían diseñada antes de la multitudinaria manifestación del 11 de setiembre en Barcelona era bien distinta».
El propio candidato a lehendakari del PP reconoce que para él la campaña empezó justo el día de la Diada. Dani Gómez, que vive en Euskal Herria desde hace ya doce años, comenta que esta formación utiliza Catalunya como ejemplo de lo que puede llegar a ocurrir aquí en caso de que, como se prevé, PNV y EH Bildu logren la mayoría absoluta en el próximo Parlamento de Gasteiz. El PP vasco y todos sus invitados estatales, como el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo, la presidenta del PP catalán Alicia Sánchez Camacho o el propio presidente español Mariano Rajoy, han recurrido al recurso del miedo, advirtiendo de que si un territorio se independiza del Estado español también se va a quedar fuera de Europa, aislado y en ruina económica.
El PSE también ha utilizado, aunque no tanto, el argumento catalán. Y no ha sido solo para denunciar las reivindicaciones soberanistas, sino sobre todo para aludir a los recortes que, según dice, va a aplicar PNV siguiendo el ejemplo de CIU.
Gómez cree que quizás la fuerza más incómoda con el soberanismo catalán es paradójicamente el PNV, que lo ha intentado orillar de sus discursos. Iñigo Urkullu prioriza el discurso económico, la lucha contra el paro. En la precampaña se entrevistó con Artur Mas, pero fue un encuentro discreto en la Generalitat, en Barcelona, casi una foto robada. Dani Gómez recuerda solamente una conferencia en Beasain el 12 de octubre, a cargo de Joseba Egibar y del responsable de Relaciones Internacionales de Convergencia Democrática Víctor Terradellas, para hablar a los vascos del proceso catalán. Resulta muy significativo que Urkullu no se haya apoyado en su socio Artur Mas, que en este momento es una referencia independentista de nivel europeo. La incomodidad del PNV con este proceso también quedó de manifiesto en la débil delegación que mandó a la histórica manifestación de la Diada, con Iñaki Anasagasti como principal figura.
Gómez añade que EH Bildu, en cambio, se encuentra cómoda con el tema catalán, al igual que con el escocés o con lo que ocurre en Flandes o Quebec (Daniel Turp, líder del Parti Quebecois, intervino en el mitin central en Gipuzkoa). El mejor ejemplo fue la presencia en el acto más multitudinario de la campaña de la expedición de 138 castellers de Vilafranca de Penedès, entre ellos Manel Cantón, cap de colla o director técnico. En el equipo que va montando el castillo, es el que tiene la última palabra, «como un entrenador de fútbol que decide la alineación».
El simbolismo del «castell»
Destaca el modo en que esta tradición aglutina a gente de todas las edades, de ambos sexos, de cualquier ámbito social, en busca de un objetivo común: hacer un castell. «Se empieza a construir de la nada y cada vez se va sumando más gente. En Barakaldo, el pueblo vasco hizo piña con el catalán, al captar enseguida que era una actividad abierta. Pudimos construir juntos algo muy simbólico como es nuestra tradición catalana, que indica que es apto para cualquier tipo de pueblo. La unión de todas las clases sociales y el entendimiento para conseguir una causa común es importante. Primero hagamos eso, y después cada uno volveremos a nuestro estatus», explica Cantón a GARA.
Cantón siempre piensa que para poder conseguir la independencia primero hay que demostrar que se es digno de ella. «Para eso tenemos que estar unidos. No se trata de utopías ni quimeras de dos o tres que intentan arrastrar a los demás. No. La gente ha de entender por sí misma, individualmente, que las independencias de un pueblo no son burocráticas, sino de sentimiento, algo que se lleva dentro y lo sientes o no lo sientes. No se puede ahogar nunca un sentimiento».
El castell que construyeron en el BEC tenía siete pisos con cuatro personas en cada uno. El récord está en diez. «Este es de un nivel intermedio, bajo-intermedio, pero ya es espectacular de por sí. Y eso indica que sin hacer grandes construcciones de ocho o nueve pisos, que necesitan a mucha más gente, mucha más infraestructura, simplemente un castillo de siete produce grandes sentimientos y emociones», expresa Manel Trias.
Cantón añade que nunca pasa dos veces lo mismo. Tiene mucho componente emotivo, además del físico, y las personas, todas a la vez, no están siempre igual. «Una grandeza de esta actividad es la superación en cada momento». En la manera tradicional, en la plaza, no se montan los castillos como hicieron en el acto de EH Bildu. En este caso decidieron abrir todo el círculo e ir construyendo la estructura desde cero, totalmente desnuda. Se veía cómo iban entrando las diferentes partes que conformaban la piña, que es la base. Era gente anónima, que no sale en la foto, pero en ese momento, todo el mundo pudo ver que detrás de un castell hay un orden, unas posiciones, unas caras, y todas las partes tuvieron su protagonismo. «En la plaza, se ve el castell en sí, el tronco y los niños. Pero en Barakaldo fue la primera vez en la historia que se veía de una manera tan nítida y clara, por los lados, por arriba, cómo se iba configurando la base de un castell», remarca el presidente de la colla de Vilafranca.
Las cuatro filas simbolizaban las cuatro barras de la bandera catalana y los participantes lucían la vestimenta común, pantalón blanco, faja negra y pañuelo rojo, de las asociaciones de todos los niveles repartidas en toda la geografía catalana. Esta actividad deportivo-cultural empezó hace 200 años en el Penedès y en estos momentos está en auge; hace 50 años había una docena de collas y ahora casi llegan a los 70. Son asociaciones reunidas en una coordinadora, cada una con su identidad, que dan lugar al encuentro. Los castellers salieron del BEC con la grata sensación de haber aportado un símbolo de esa suma de personas y de haber apoyado esa vivencia, ese momento. Y encantados también por el trato recibido por la gente de Sopela que los acogió.
Tras la intensa presencia del proceso catalán en la campaña vasca, queda por ver ahora si el resultado de hoy repercutirá a su vez en los comicios catalanes de noviembre. A nivel profesional no lo cubrirá -«con las vascas ya he tenido suficiente», afirma entre risas Dani Gómez-, pero desde la distancia el corresponsal de Catalunya Radio sí seguirá con mucha atención lo que pase el 25 de noviembre. Las encuestas dan como claro ganador a Convergencia y Unió, rozando la mayoría absoluta. «El panorama político ha cambiado radicalmente desde la Diada y habrá que ver cuál es la respuesta que da la ciudadanía», opina Gómez. En resumen, tiempos de cambios y un panorama muy abierto en los dos escenarios.
Uniendo ambas elecciones, con todo ese mar de fondo de la consulta soberanista prometida por Artur Mas para la siguiente legislatura, el periodista tiene la sensación de estar viviendo un déjà vu. «Salvando las distancias, parece que todo lo que ocurre en Catalunya los vascos ya lo vivieron en su día con Ibarretxe, cuando intentó llevar a cabo esa consulta el 25 de octubre de 2008». Para él la gran pregunta es si Mas está dispuesto a llevar el desafío que le ha planteado la manifestación de la Diada hasta sus últimas consecuencias. M. I.