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Bruselas busca para Erasmus un impermeable contra los recortes

La incertidumbre planea sobre el programa de intercambio Erasmus tras el anuncio de Bruselas de que no hay fondos suficientes para este curso. Y la situación no se prevé mejor para el próximo. Mientras la Comisión Europea trabaja en una propuesta para rectificar el presupuesto actual y dotarle de liquidez, el Ministerio español de Educación ya ha adelantado que reducirá su financiación un 63%.

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Oihane LARRETXEA

En el curso que acaba de comenzar, más de 270.000 estudiantes universitarios europeos están disfrutando de una estancia en el extranjero gracias al programa de intercambio Erasmus, que echó a andar hace veinticinco años y del que se han visto beneficiados casi tres millones de jóvenes. Miles de estudiantes que ven en esta beca la oportunidad perfecta para conocer otro país, otra cultura y personas con costumbres y creencias diferentes -aunque no hace falta marcharse lejos de casa para comprobar que pequeños detalles del día a día pueden ser completamente distintos-. Con el paso del tiempo y alguna metedura de pata, el estudiante tomará nota, aprenderá y, para cuando se dé cuenta, se habrá integrado a la perfección entre las gentes del lugar.

«Europa no tiene dinero suficiente para afrontar los programas de intercambio». Esta afirmación, realizada por el presidente de la Comisión de Presupuestos del Europarlamento, Alain Lamassoure, sembró dudas sobre la continuidad del programa. Y como era de prever, las reacciones no tardaron en llegar porque, si hay entre los estudiantes un programa de referencia, ese es Erasmus.

Ante el oscuro panorama, la primera en salir a la palestra para intentar calmar los ánimos fue la Comisión Europea (CE), que se apresuró a decir que «no hay problemas específicos» o «inmediatos» con la dotación presupuestaria, y aclaró que los estados ya han recibido los fondos del próximo semestre. Precisamente, ya advirtió hace un año de que la Unión Europea había aprobado «una cantidad insuficiente», de 129.000 millones de euros en lugar de los 134.000 millones de euros solicitados por la propia Comisión. Es por ello que la próxima semana la CE presentará una propuesta global para rectificar el presupuesto actual y dotarle de los fondos de liquidez que necesita. A este respecto, Bruselas ha solicitado a los estados miembro que corrijan la situación aprobando el presupuesto «rectificativo» y que cumplan así con su compromiso de invertir en crecimiento.

A la espera de la propuesta que amplíe la partida, Bruselas ha hecho números. Según ha dado a conocer, faltan 90 millones de euros para completar la financiación de los estudiantes que ya están en la universidad de destino y los problemas se agravarán para aquellos que realizarán el intercambio en el segundo semestre. 180 millones de euros adicionales; esa es la cantidad que haría falta para evitar que se queden sin ayuda económica no solo los estudiantes que participan en Erasmus, sino también quienes lo hacen, por ejemplo, en el programa de prácticas Leonardo Da Vinci. Pero ahí no acaba el asunto porque, dado que se utilizará parte del futuro presupuesto de 2013 para pagar los meses que faltan de 2012, «es posible -según las mismas fuentes- que el próximo año el montante se termine aún antes».

Una inversión necesaria

En una coyuntura económica en la que la educación es víctima de grandes recortes, Olivier Bailly, portavoz comunitario para Asuntos Económicos, ha recalcado que invertir en estas materias «es más necesario que nunca» porque «en tiempos de crisis el coste de estudiar para el mismo sistema educativo y para el estudiante es menor, ya que la alternativa es el paro».

No obstante, el portavoz de Presupuestos de la Comisión, Patrizio Fiorilli, avisó de que los recortes en las ayudas de la UE «agravan los problemas de liquidez de varios estados que ya tienen problemas», ya que impiden que Bruselas les reembolse los pagos realizados. No quiso confirmar ni desmentir la cifra aportada por Lamassoure, quien apuntó que el Estado español podría perder hasta 900 millones de euros este año.

Sea o no cierta esta cifra, y aunque el Ministerio español de Educación aseguró inicialmente que para este curso las becas están garantizadas, lo cierto es que las últimas informaciones apuntan a una reducción del 63% en la financiación de las becas Erasmus, pasando de los 42 millones de euros previstos para 2012 a un total de 15 millones de euros para el año que viene. Curiosamente, en el curso 2010/11 el Estado español fue quien envió el mayor número de jóvenes tanto para estudiar como para periodos de prácticas (36.183), seguido por el Estado francés (31.747) y Alemania (30.274).

Las becas, un colchón económico

Conseguir una plaza temporal en una universidad extranjera no siempre resulta sencillo, menos aún conseguirla en la ciudad deseada, porque entran en juego la nota media y la cantidad de solicitantes que aspiran a esa misma plaza, entre otros aspectos. Una vez salvado este escollo -cuando la plaza se escapa de las manos el disgusto suele ser monumental-, el segundo paso es solicitar las ayudas económicas mediante un papeleo que requiere ser cuidadoso con plazos y requisitos.

No obstante, algunas de las becas se conceden de manera automática, es decir, que no exige el cumplimiento de ciertas condiciones por parte del estudiante para que este se beneficie de la ayuda. Es el caso del Ministerio de Educación, que otorga 150 euros al mes -estas al menos eran las ayudas que Madrid emitía hasta ahora-. También la de la UPV-EH y la del Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos (OAPEE), que constan de 110 euros mensuales, son automáticas.

Otras becas, en cambio, hay que solicitarlas, como la de Kutxabank, que ya ha adelantado que las 926 concedidas este curso no sufrirán modificaciones. La entidad financiera ayuda a los estudiantes con 1.000 euros para el curso completo, con 500 para una estancia de entre seis y cuatro meses, y con 120 euros mensuales para las estancias inferiores. El Gobierno de Lakua, por su parte, concede 120 euros mensuales.

Desde la UPV-EHU, la directora de Cooperación y Movilidad Internacional, Eli Larrinaga, ha asegurado a GARA que este curso transcurrirá con «absoluta normalidad» porque hay fondos suficientes para los 943 alumnos que este año estudiarán fuera de Euskal Herria gracias a este programa de intercambio.

Ahora bien, con el colchón más inmediato garantizado, lo importante es fijar la atención en el futuro cercano, esto es, en los próximos cursos. Larrinaga sostiene que es imposible aventurar nada, aunque asegura que desde la OAPEE les han afirmado que la partida económica del año 2013 también está asegurada. «Pero eso está por ver -avisa-, porque a partir de 2013 el programa Erasmus iniciará una nueva etapa y sobre ello están debatiendo desde hace tiempo en Bruselas. Por lo que nos han adelantado, puede ser que las ayudas económicas se dividan de manera diferente entre los estados que participan en el proyecto. Pero lo dicho, todavía no tenemos datos concretos».

Aprender dentro y fuera del aula

Dejando de lado el aspecto económico, abordemos la cara amable de la beca, la de los viajes y nuevos aprendizajes. Seguramente todas y todos conocemos a alguien que haya vivido esta experiencia. Y a este respecto nos atrevemos a realizar una afirmación: probablemente nadie ha escuchado malas valoraciones. Esto no significa que no se haya dado algún caso en el que la experiencia no fue la soñada, pero incluso de ello se podrían extraer conclusiones interesantes y, gracias al efecto edulcorante del paso del tiempo, quizás esos recuerdos algo amargos tendrán un sabor más dulce en la actualidad.

Por lo tanto, partiendo de la base de que es una vivencia gratificante y muy enriquecedora, cada cual afronta a su manera la estancia en el extranjero. Hay quien se lo toma como un año sabático, académicamente hablando. Una opción igual de legítima que la de aplicarse y estudiar a tope, pero quien opta por el primer planteamiento debe tener en cuenta que luego llega «Paco con las rebajas» y que lo suspendido en la universidad de destino estará esperando, ineludiblemente, en la de origen. Se trata, como en todo, de buscar el equilibrio, de combinar los estudios con los placeres que ofrece esta oportunidad de la que no todos los estudiantes pueden disfrutar: viajar, conocer personas interesantes y aprender o perfeccionar un idioma.

Quien esto escribe tuvo la oportunidad de cumplir uno de sus deseos cuando ingresó en la universidad, irse al extranjero, o más bien, irse a Italia, porque ese era el objetivo: conocer de cerca el país que siempre la atrajo, visitar algunas de las ciudades más admiradas del mundo, pero también pueblos recónditos dignas de la postal más bella. Obviamente, además de lugares sorprendentes, Erasmus cruza en tu camino a personas interesantes de las que aprender a diario. Desde cómo cocer la pasta de manera adecuada -pasarla después por agua fría es un crimen-, a cuándo saludarse con la mano y cuándo con dos besos, desmitificar que el castellano y el italiano no se parecen tanto -o casi nada-, y corroborar el mito sobre la elegancia innata de las gentes italianas o su costumbre de gesticular -todo un mundo de símbolos, por cierto-.

No obstante, hay otro aprendizaje muy valioso, el que hace el estudiante sobre sí mismo, porque lejos de casa, y lejos del entorno familiar, tendrá que aprender a desenvolverse en diferentes situaciones, la mayoría de ellas nuevas hasta entonces.

Con todos estos ingredientes, hacemos otra afirmación: que la experiencia es gratificante y que el efecto edulcorante del tiempo no hace sino endulzarla más aún.

 

 
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