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CRíTICA: «La isla de los olvidados»

La memoria histórica también es necesaria en Noruega

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Mikel INSAUSTI

Noruega es noticia una vez más en los diarios por servir de terreno neutral para la resolución de conflictos armados en otras partes del mundo. Pero tampoco es el idílico paraíso de la paz que aparentaba ser, menos aún después de los atentados del pasado año causados por un fanático ultraderechista. En su historia, oficialmente de tradición no violenta, también existen episodios oscuros que indican lo contrario. Marius Holst ha reabierto uno de ellos, especialmente doloroso por su ocultamiento durante décadas. Para vergüenza de los noruegos, la prisión de Bastoy estuvo en funcionamiento hasta los años 70, por lo que el autor de «La isla de los olvidados» ha podido recoger testimonios directos de supervivientes que sufrieron en su adolescencia el maltrato que allí se infringía a los reclusos.

Holst ha basado su investigación sobre Bastoy en el motín que tuvo lugar en 1915, y que acabó siendo reprimido de forma desproporcionada por el ejército del Rey de Noruega, quien mandó a sus soldados a reducir a unos menores de edad armados con palos y piedras. Toda la narración es una tensa preparación para llegar al momento culminante, filmado al estilo de Eisenstein en «El acorazado Potemkin», mostrando cómo los internos del reformatorio soportan en silencio las constantes humillaciones y castigos físicos hasta estallar en una revuelta contra sus guardianes, fruto de la desesperación y, aun a sabiendas de que no tenían escapatoria, dado que el centro penitenciario se encontraba aislado del continente y bajo temperaturas extremas, en una isla helada e inhóspita del fiordo de Oslo.

Frente a la inhumana disciplina impuesta por el director, encarnado por el conocido actor sueco Stellan Skarsgard, surge la historia de amistad entre C-19 y C-9, que intentan proteger al débil mental C-5, sometido a abusos. La denominación cifrada se debe a que a cada barracón se le asigna una letra y a cada preso un número. Los tres comparten evasivos sueños marineros con ballenas.

 

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