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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

La ilusión de la belleza

Nada y todo en contra de la belleza. Nada y todo en contra de la sublimación de la belleza. La belleza es ilusión y prisión para la mayoría de las mujeres, deriva en deseo y nos convierte en «objetos de deseo». Y ya se sabe, o creemos que sabemos, que el deseo se equipara a la muerte en el momento mismo en el que este es saciado.

Aléjenme de tanta muerte diríamos entonces. Pero al mismo tiempo también estaríamos pidiendo alejarnos de tanta vida.

Comprendo más o menos la fascinación por eso que en un modo deformante y, como me dijo en una ocasión un pope vasco de la mitología, «equivocado», llamamos mitos. Distanciados de la visión de Mircea Eliade, los mitos se confunden con las estrellas del rock muertas, con mujeres bellas a las que se les escriben biografías cinematográficas... Y de ahí, quizá, de esos envoltorios pop, surgen entre otros los mitos eróticos (y pornográficos). Los hay de todos los colores y sus «soportes», las personas que hay detrás de estos, no parecen tener demasiada fortuna en sus trastiendas vitales. Hoy no voy a hablar de Rocco Siffredi, ni de Nacho Vidal ni de Linda Lovelace. De vez en cuando recuerdo sus nombres (hagan chistes fáciles si quieren), pero no siento ningún tipo de fascinación por ellos (continúen).

Hoy he pensado en Sylvia Kristel, murió esta semana. Algunos la conocieron por «Emmanuelle», a otros ni les sonará. Trabajó con Chabrol y Vadim, pintaba bien...

Era preciosa y la ilusión de la belleza, la real y la cinematográfica, la acompañó para bien y para mal en su viaje. Ahora solo es ilusión.

 

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