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Raimundo Fitero

Ábaco

Tenemos días, semanas y meses para la árnica, las interpretaciones y el ábaco. Estas resacas se cortan con la lectura detallada de los resultados electorales. No hay otra pócima que bañarse en la realidad. Y al secarse, mirar bien el salpullido. Las encuestas y las intenciones se han quedado atrás, junto a los consejos no tenidos en cuenta. Ahora hay que entrar en la siguiente fase, la más complicada, la que puede producir mayores frustraciones. Y sacar conclusiones, con calma, irá bien para evitar nuevos errores, excesos de confianza, falta de programa y otros temas menores que deben empezar a entrar en el manual del ciudadano vasco de los nuevos tiempos.

Así que como siempre, todos contentos. Todos felices, todos con sus frases de repertorio preparadas para que se rebajen los primeros síntomas, y se retrase la entrada en la nueva era. Se acabaron los placebos y llegan los diagnósticos, los pactos, las disposiciones, las decisiones gordas, las medianas y las pequeñas. Y todo con el escrutinio como guía espiritual, sabiendo que lo que suceda en un punto de la geografía vasca va tener repercusiones en el otro extremo del mapa. Y así sucesivamente. Es decir, que no cuento más cuentos.

Porque en mi misión de sufridor empedernido, me dediqué a vivir la noche electoral a través de TVE. Y desde los sondeos hasta el cierre, todo fue una orgía marianista, un refocilarse por sus propias mentiras, una labor constante de reconstruir la realidad, aunque tuvieron que admitir más de una circunstancia que les hubiera gustado ocultar. La verdad es que si lo meramente informativo tenía un pase, solamente un pase, al segundo ya se veía cómo cargaban las tintas, los tertulianos fueron un compendio de sectarismo, violencia verbal, ignorancia y falta de respeto democrático. Gusten o no gusten los resultados son el fruto del ejercicio libre de la ciudadanía y si EH Bildu está donde está, es porque le han votado. Pero no, esos resultados no les gustan. Y siguen echando mierda sobre sí mismos. Lo de la televisión pública estatal es literalmente insufrible. Emitieron íntegro el discurso del presidente gallego. No era para tanto. Pero va a ir a peor, seguro.