Los enfrentamientos armados y los muertos vuelven a las calles de Líbano
El Ejército libanés se desplegó ayer en las calles de las principales ciudades del país, y advirtió de que adoptará «medidas decisivas» para evitar la repetición de una guerra civil. Los enfrentamientos armados en las calles de Beirut y Trípoli, en los que desde el domingo han muerto seis personas, evocaban el conflicto que conoció Líbano, ahora revivido por el desbordamiento de la guerra siria, que ha provocado una seria crisis política.
GARA | BEIRUT
El contagio de la guerra siria a Líbano ha vuelto a llevar a las calles de Beirut y Trípoli enfrentamientos armados, muertos y escenas de la guerra civil que vivió el país. Al menos ocho personas han muerto y decenas han resultado heridas en choques entre libaneses que apoyan al régimen sirio que preside Bashar al Assad y partidarios de los rebeldes que intentan derrocarlo. Estos enfrentamientos han hecho aumentar el temor a que se desate una guerra civil en Líbano entre partidarios y detractores de Al Assad tras la muerte el viernes pasado del jefe de la Inteligencia de la Policía, el general Wissam al Hasan, en un atentado perpetrado en la capital libanesa, Beirut.
El Ejército libanés se desplegó por los barrios suníes de la capital y advirtió de que actuará con determinación para poner fin a la violencia y los enfrentamientos desencadenados tras la muerte del general Al Hasan, atribuida desde algunos sectores libaneses al régimen sirio. «Adoptaremos medidas decisivas, especialmente en zonas en las que crecen las tensiones sectarias y religiosas, para impedir que Líbano se transforme otra vez en un país en el que mueren decenas de personas y para evitar que el asesinato del mártir Wissam al Hasan se utilice para acabar con todo un país», aseguró el Ejército.
El Ejército pide moderación
Tras el atentado y los enfrentamientos posteriores, el Ejército libanés remitió varios comunicados en los que ha advertido de que el país se encuentra en un momento crítico.
Por ello, emplazó a los líderes políticos a moderar sus declaraciones para no provocar nuevos incidentes. Su aviso llegó después de un tiroteo entre militares y hombres armados registrado en la noche del domingo al lunes en Beirut.
Los líderes de la oposición, como Saad Hariri, quieren que el primer ministro, Nayib Mikati, renuncie a su cargo, por considerar que está demasiado próximo a las posiciones Hizbulah, que mantiene su respaldo a las autoridades de Damasco y que forma parte del Gobierno. Pero, de momento, solo han puesto en Mikati el objetivo de sus críticas y evitan acusar directamente a Hizbulah, lo que significaría abrir la puerta a la guerra civil. Los combates más intensos tuvieron lugar desde última hora del domingo en la ciudad de Trípoli. Estos enfrentamientos, registrados en la zona colindante entre el barrio suní de Bab al Tabané y el alauí de Yebel Mohsen, se saldaron con seis muertos y unos 50 heridos.
A última hora de la tade de ayer se reanudaron los ataques y murió otra persona. Los residentes indicaron que ambos bandos intercambiaron disparos de bala y se lanzaron cohetes. Entre las víctimas figura una niña de nueve años abatida por un francotirador.
En Beirut hubo combates en Tariq al Jadida, un barrio suní colindante con los barrios chiíes del sur de la capital. Los residentes informaron durante la noche de que se registraron intensos tiroteos en Tariq al Jadida entre hombres armados con rifles y lanzagranadas RPG. El Ejército confirmó además la muerte de un palestino de un campamento de refugiados que disparó contra una patrulla militar. El general Jean Kajwayi, comandante en jefe del Ejército, ordenó a las tropas proteger a los civiles y no tener clemencia con los elementos armados, independientemente de sus afiliaciones, según la agencia de noticias libanesa, ANN.
Los episodios de violencia se han sucedido en Beirut y Trípoli desde el domingo, cuando miles de personas ocuparon la plaza de los Mártires de la capital para asistir al funeral del general Al Hasan, que fue enterrado con honores de estado. Cientos de ellos intentaron acceder a los edificios gubernamentales próximos y las fuerzas de seguridad emplearon gases lacrimógenos para expulsarlos de la zona.
Al menos un soldado jordano murió anoche en enfrentamientos en la frontera con Siria con un grupo de quince hombres armados que intentaba infiltrarse en Jordania desde territorio sirio, según fuentes gubernamentales.
La ONU prepara estos días varios planes de contingencia para el posible envío de fuerzas de paz a Siria, donde el mediador de la ONU y la Liga Arabe, el argelino Lakhdar Brahimi, trata de negociar con Gobierno e insurgentes un alto el fuego para esta misma semana.
En la ciudad antigua de Alepo, una fila de combatientes espera para recibir su primer sueldo, parcialmente financiado desde el extranjero, unos meses después de unirse a las filas insurgentes sirias. Por turno, dan su nombre al coronel Abdel Salam Humaidi. Una vez efectuado el control, Humaidi, a cargo de Finanzas del Consejo Revolucionario Militar local da a cada uno su paga en dólares. Una vez que se embolsa su sueldo, cada rebelde debe mojar su dedo en tinta para estampar su huella junto a su nombre. «El Consejo Militar Revolucionario se ha comprometido a distribuir sueldos mensuales a los combatientes, especialmente los que están en el frente», señala Humaidi. De momento, el salario es de 150 dólares al mes, pero la insurgencia espera poder pagar primas adicionales a los casados y quienes tienen una familia y a los más expuestos en primera línea del frente. Los insurgentes reciben este primer sueldo como un soplo de aire fresco. «Lo usaremos como dinero de bolsillo y para nuestras familias», explica Mohammed al-Nasser. El coronel Humaidi se niega a decir dónde viene el dinero, pero otros comandantes militares reconocen recibir fondos del extranjero. «El consejo militar distribuye los salarios con la ayuda de Qatar», afirma Hadji al-Bab, de la brigada al-Tawhid, la más grande en Alepo. Arur Ahmed, uno de los líderes de la brigada Saqur al-Sham, habla de una «ayuda internacional y de empresarios en la oposición». Sheij Mahmud al-Mujadami, líder de la brigada Halab al-Shahba, es más específico y se refiere a la financiación de «Turquía, países del Golfo y países islámicos». W.G. DUNLOP (AFP)