CRíTICA: «Looper»
Los crímenes del futuro y la tiranía distópica
Mikel INSAUSTI
Hay cineastas que se vienen abajo con su segunda película, pero cuando remontan con la tercera suele ser una muy buena señal, más aún si con esa nueva oportunidad consiguen incluso superar su prometedor inicio. Esto es lo que le ha ocurrido a Rian Johnson, quien deslumbró con su ópera prima «Brick» al trasladar el genuino cine negro a la ambientación estudiantil, para con su siguiente «Los hermanos Bloom» enfriar un tanto las expectativas creadas. El relativo paso en falso lo ha corregido rápidamente con «Looper», extraordinaria creación que le va a sacar además del cine independiente para hacer llegar su gran talento a un público más amplio.
En «Looper», Rian Johnson juega a capricho con la paradoja temporal, pero no es justo pensar en este potente ejercicio cinematográfico como en la típica película comecocos que provoca en los foros de internet eternas discusiones a la hora de interpretar su argumento. Todos y ninguno tienen razón, porque lo importante es que el guión funciona según una lógica interna e invita a una reflexión sobre la evolución de la violencia en la sociedad moderna. La riqueza de la propuesta está en que no se limita a un género concreto: no es simplemente ciencia-ficción, ni tampoco un thriller futurista de acción al uso. Contiene mucho más, en cuanto que proyecta la estética del western hacia una dimensión metalinguística, en paralelo al desarrollo de un complejo drama existencial.
Rian Johnson escribió el primer borrador de «Looper» antes de debutar en el cine, influenciado por la lectura de obras de Philip K. Dick. Lo que aporta al discurso distópico es un diseño realista, a base de degenerar la visión del presente en su medida, sin acumular prototipos tecnológicos que puedan distraer la atención del espectador de la parte esencial del relato. El fin no ha sido abaratar el presupuesto, sino garantizar la libertad creativa que nunca dan las superproducciones. Por algo el tema central es el del poder venidero, simbolizado en un niño mutante con facultades telequinésicas.