Sequía anotadora de los rojillos
Sin goles, no hay paraíso
No es la primera vez que se pasa por esta situación; en la 2001-02, 2006-07 y 2008-09 llevaba menos dianas en la octava jornada.
Natxo MATXIN
«Nos cuesta marcar y tenemos que vivir con ello». Era el reconocimiento del técnico rojillo, José Luis Mendilibar, a la finalización del Osasuna-Betis de que a su equipo le falta pegada. La marcha de hombres que aportaban gol -Raúl García, Ibrahima y Nekounam- no está siendo enjugada con el acierto de otros futbolistas llamados a asumir la responsabilidad de esa tarea y la escuadra navarra lo está acusando en la clasificación.
No es, sin embargo, la primera vez en su último periplo en Primera en la que se sufre esta sequía. Ahora mismo, Osasuna es, junto a Granada y Zaragoza, el conjunto menos realizador, con siete goles. El problema es que más de la mitad de esa cifra -cuatro- se obtuvieron en un único encuentro, frente al Levante, con la particularidad de que los tres últimos se marcaron a partir del minuto 86.
Siendo así, los números que hasta ahora acumula el cuadro rojillo se aproximarían más a la situación que a estas alturas de temporada se vivió en la 2008-09. Camacho acababa de aterrizar tras la fulminante destitución de Ziganda, pero al de Cieza le costó dar con la tecla, pues el equipo seguía desangrándose sin encontrar el camino de la meta contraria.
Dos derrotas consecutivas tras su llegada dejaban al vestuario en una situación muy delicada, entre otras razones porque los suyos eran incapaces de perforar el marco rival. En esos momentos, el bagaje goleador se reducía a tres dianas, dos anotadas en la anterior etapa del de Larraintzar que habían servido para sumar otros tantos puntos. El tercer tanto se había conseguido, sin rédito alguno, en el desplazamiento realizado a El Molinón.
En parecidos guarismos se movió Osasuna en la 2006-07. Llegados a la octava jornada, la temporada del estreno del Cuco como primer técnico, en la que tuvo que compatibilizar con lo que después sería una exigente y brillante campaña europea, también se estaba caracterizando por las escasas ocasiones en las que los suyos se habían abrazado para festejar goles.
Solo lo habían hecho en cinco oportunidades, aunque con un mayor rendimiento, ya que la escuadra navarra sumaba por aquel entonces ocho puntos, tres más que ahora. Webó y Milosevic habían certificado la primera victoria, frente al Nàstic, Juanfran y Valdo encadenaban el segundo triunfo consecutivo en Balaídos y Soldado en la segunda parte salvaba un punto en la visita del Athletic.
Todavía mayor jugo le sacó Miguel Ángel Lotina a los escasos cuatro goles que atesoraba su equipo tras disputarse el octavo encuentro de la 2001-02. Osasuna encadenó tres victorias seguidas por la mínima, gracias a un gol en propia puerta de Aguado en La Romareda, un tanto de Aloisi frente al Sevilla en El Sadar y otro de Armentano en Vallecas. El cuarto lo marcó también el australiano para arrancar un punto en el campo del Espanyol cuando faltaban cuatro minutos para el final.
Mucho centro, poca efectividad
Una de las paradojas de la actual situación de Osasuna es que la estadística demuestra que el cuadro dirigido por Mendilibar pone el balón en el área del rival y, hasta cierto punto, lo remata, pero sin criterio. Puede parecer sorprendente, pero los rojillos son ahora mismo el conjunto que más centros pone en el área -238-, seguido del Atlético -223- y la Real, con 206.
Buena parte de culpa de ello la tiene Álvaro Cejudo, que lidera este apartado en el capítulo particular -79 envíos al área-, por delante del malaguista Joaquín -68- o el deportivista Pizzi-68-. Tampoco son malos los números que refleja la escuadra navarra en cuanto a remates, ocupando la octava posición del ránking con 108, muy por encima de su posición en la tabla. Otra cosa es el punto de mira.
Hasta el momento, Osasuna ha marcado siete goles, el que menos, junto con Granada y Zaragoza. Más de la mitad de ellos se los endosó al Levante, aunque tres de ellos fueron a partir del minuto 86.
Osasuna se medirá el próximo 10 de noviembre al Espanyol en el estadio Cornellà-El Prat. El encuentro, que corresponde a la decimoprimera jornada liguera, será un compromiso a cara de perro, dada la situación de ambas escuadras.
No cabe duda de que la situación es preocupante. Últimos en la tabla, una sola victoria en ocho jornadas, apenas siete goles anotados -cuatro de ellos en un mismo partido-, poco fútbol y menos acierto... son realidades que no se pueden ocultar, pero también es verdad que Osasuna ha pasado por situaciones similares y finalmente ha sabido sacar la cabeza.
De hecho, no es la primera ocasión en la que a estas alturas de temporada el equipo ocupa el farolillo rojo de la Primera División. Idéntica coyuntura vivió la escuadra navarra no hace tanto tiempo. Fue con el ya mencionado aterrizaje de Camacho en la 2008-09, al que le costó materializar una reacción del equipo en forma de victoria.
Sus dos primeros encuentros al frente de la nave osasunista se contabilizaron como derrotas, una primera en el estadio del Sporting de Gijón (2-1) y otra posterior en El Sadar frente al Betis (0-2). Así, llegó a la octava jornada con apenas cuatro puntos, solo tres goles a favor y descendiendo a la última plaza. Aún hubo que esperar otros cuatro encuentros para disfrutar del primer triunfo de esa temporada y de la era Camacho, en una de las peores primeras vueltas de la historia rojilla que a punto estuvo de dar con los huesos de la entidad navarra en Segunda.
El otro más reciente precedente de una situación similar se remonta a la 2000-01, la del regreso del cuadro osasunista a la máxima categoría y su salvación in extremis en Anoeta. Finalizada la octava jornada, los de Lotina sumaban seis puntos -uno más que ahora-, habían anotado siete dianas y encajado casi el doble, 13. Con prácticamente el mismo bloque que había conseguido el ascenso, el técnico de Meñaka hacía florituras para conseguir mantener a flote una nave ilusionada, pero que acusaba su inexperiencia en la categoría.
Más lejana en el tiempo, la 1985-86 también vio cómo Osasuna ocupaba el farolillo rojo apenas jugados ocho partidos. Entre las razones, una histórica, y es que el equipo disputaba por primera vez competición europea la temporada en la que llegó como jugador el ahora director técnico, Martín González.
Existen dos precedentes bastante más antiguos, y quizás menos significativos por el sistema competitivo de aquellos años, en los que la entidad rojilla también fue última en la octava jornada. Se produjo en las campañas de 1959-60 (5 puntos) y en la 1942-63 (3 puntos). N.M.