Con la mirada puesta en las elecciones del día 30, las primeras desde la constitución de Kutxabank, ayer fue presentada en Donostia la plataforma Biltzen, que pretende aglutinar a los clientes de las cajas vascas que se definen de izquierda y soberanistas, y que reivindican el carácter público y social de las mismas. Jesús Mari Larrazabal y Julián Zapirain, que ejercieron de portavoces de esta iniciativa, hicieron una encendida defensa de un sistema financiero «del pueblo y para el pueblo», oponiendo su modelo al que hasta ahora ha primado entre quienes manejan las riendas de la entidad financiera.

La cita del próximo martes es de vital importancia, en un contexto en el que sobrevuelan las consecuencias de la reforma financiera y se prepara la salida a bolsa y la consiguiente privatización del negocio de las cajas, cuya vocación social ha ido menguando con el paso de los años bajo el impulso de sus gestores. Cuando tanto las familias como el tejido productivo de este país atraviesan serias dificultades, es más necesario que nunca que las entidades financieras se vuelquen en la recuperación económica, dando cobertura a las pequeñas y medianas empresas que constituyen el núcleo de nuestra economía y que se ven estranguladas por la falta de crédito, pero también en garantizar a través de una acción social potente las necesidades básicas de sectores enteros de la ciudadanía que hoy se están viendo abocados a la exclusión y la pobreza.

Apenas había nacido Kutxabank cuando PNV y PP, con el PSE como mera comparsa, unieron fuerzas para copar sus órganos de dirección. Contravinieron lo pactado con la izquierda soberanista y fijaron el mismo rumbo que, sin ir más lejos, en Nafarroa ha acabado con la CAN y todo lo que esta entidad representaba. En este caso, sin embargo, aún hay margen para asir el timón y empezar a reconstruir un sistema financiero que esté al servicio de la ciudadanía. Para ello es necesario que sus clientes alcen la voz y se hagan escuchar.