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TRAS LAS ELECCIONES DEL 21-O

Hasta nueve fórmulas de gobierno han sido experimentadas desde 1980

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Iñaki IRIONDO | GASTEIZ

Mientras en el Estado español y en muchas comunidades autónomas la sucesión de ejecutivos se basa en la continuidad del mismo partido o la alternancia entre PP y PSOE, la mayor oferta y el dinamismo de la política vasca ha dado lugar a múltiples formas de entendimiento para la formación de gobiernos en Gasteiz y, en menor medida, también en Iruñea.

En el caso de la CAV, y a pesar de que durante 29 años de los 32 de autonomía el lehendakari siempre fue del PNV, en ese tiempo se experimentaron hasta ocho fórmulas distintas. Luego llegó el PSE a Ajuria Enea de la mano del PP, de donde ahora tendrá que volver a salir.

Gobiernos en solitario

Pese a que el PNV lleva casi aparejada a su sigla la condición de gobernar la Comunidad Autónoma Vasca, en realidad solo pudo hacerlo en solitario y como partido hegemónico durante los primeros cinco años.

El 9 de abril de 1980 Carlos Garaikoetxea fue investido como primer lehendakari de la CAV tras la muerte de Francisco Franco. El PNV había obtenido 25 escaños en un parlamento que por aquel entonces tenía 60 en lugar de los 75 de la actualidad. Los 11 parlamentarios de HB -que era segunda fuerza- no acudían a la institución, salvo en casos puntuales, para evitar legitimar un Estado autonómico que no reconocía. En la práctica, convertía los 25 escaños jelkides en mayoría absoluta, igual que los 32 que obtuvo en 1984.

De la escisión a las coaliciones

La hegemonía del PNV al frente del Gobierno de Lakua no duró mucho. Garaikoetxea fue reelegido en abril de 1984 y en diciembre presentó su dimisión por su desacuerdo con la Ley de Territorios Históricos y por otras desavenencias internas.

El nombramiento de José Antonio Ardanza como lehendakari, cargo del que tomó posesión el 26 de enero de 1985, estuvo acompañado ya de un acuerdo de legislatura con el PSE, de forma que aunque todos los consejeros eran del PNV, las políticas a realizar se pactaban con el PSE. La razón era que en las filas jeltzales se estaba fraguando una escisión y no estaba garantizada la lealtad del conjunto del grupo parlamentario.

En las elecciones de 1986, anticipadas por la escisión del PNV y el nacimiento de EA, los jeltzales fueron el partido más votado, pero el PSE obtuvo más escaños. Esto provocó un largo proceso negociador. Primero hubo un intento de formar una coalición entre PSE, EA y EE, pero el acuerdo fue imposible.

Finalmente, PNV y PSE formaron el primer gobierno de coalición de la CAV, con José Antonio Ardanza como lehendakari y Ramón Jáuregui como vicelehendakari. Un año después, en el año 1988, se firmaba el Pacto de Ajuria Enea.

En 1990 volvía a producirse un cambio de coalición de gobierno. Bajo la dirección de José Antonio Ardanza se estrenaba un tripartito abertzale, formado por PNV, EA y Euskadiko Ezkerra. Luego, la presentación por EA de mociones por la autodeterminación en unos pocos ayuntamientos, conllevó su expulsión del Ejecutivo.

El PNV resolvió la marcha de EA con la llegada del PSE, manteniendo en la coalición a un sector de Euskadiko Ezkerra que iba ya camino de su escisión y posterior desaparición.

Tras las elecciones de 1994, la fórmula de coalición volvió a cambiarse. Ardanza siguió de lehendakari con consejeros del PSE y de EA.

Lizarra y la tregua de 1998

En 1998 se estaba fraguando el Acuerdo de Lizarra, por un lado, y por otro el del PNV y EA con ETA que dio lugar al alto el fuego de setiembre de ese año. Los parlamentarios de HB acudían más asiduamente a la Cámara y se producían acuerdos entre abertzales, lo que no gustaba al PSE. El voto en contra de PNV y EA al requisito de que se jurara la Constitución para ser parlamentario fue la excusa que encontró Nicolás Redondo terreros para que los consejeros del PSE -Rosa Díez, José Antonio Maturana y Francisco Ejea- dejaran el Gobierno cuando la legislatura estaba a punto de concluir.

Las elecciones llegaron tras el alto el fuego de ETA y la firma del Acuerdo de Lizarra. José Antonio Ardanza fue sustituido por Juan José Ibarretxe, que estrenó un gobierno de coalición PNV-EA y fue apoyado en su investidura por los 14 parlamentarios de Euskal Herritarrok, pese a que la reunión de la víspera entre las partes había acabado sin acuerdo

La intención era que la izquierda abertzale apoyara al Ejecutivo en base a un acuerdo de colaboración en el Parlamento, pero las negociaciones para su firma se alargaron hasta el mes de mayo.

Aquel acuerdo incluía que las leyes y proyectos que se remitieran al Parlamento para su aprobación «deberán incorporar la opinión de la sociedad civil afectada por cada iniciativa»; contemplaba un gran impulso a los trabajos «a favor del euskara y la cultura como elementos fundamentales para la recuperación y mantenimiento de la identidad nacional de nuestro pueblo», la creación del Consejo Vasco de Cultura y el desarrollo normativo de la Ley del Deporte; y en el terreno social se firmó «el impulso e incentivación de la implantación de la jornada máxima de 35 horas en el sector privado y en el ámbito de las administraciones públicas», dentro de un Acuerdo de Empleo.

La vuelta de ETA a las armas en el 2000 provocó que Ibarretxe rompiera con la izquierda abertzale.

Experimento en dos fases

En 2001, PP y PSE creyeron poder expulsar al PNV de Ajuria Enea. Los jeltzales concurrieron a las elecciones entonces en coalición con EA y sumaron 33 diputados. Iniciaron un gobierno al que pronto se sumó Ezker Batua, tripartito que duró dos legislaturas.

En 2009, con la izquierda abertzale ya apartada del Parlamento, por fin PSE y PP consiguieron sumar los escaños necesarios para situar a Patxi López en Ajuria Enea. Visto desde la actual perspectiva, fue el último paso antes de hundirse ambos.

Acuerdos de estabilidad y las alianzas presupuestarias de no agresión

Además de la fórmula de la clásica coalición de gobierno o el recurso al pacto de legislatura, por la que un partido sustenta un Ejecutivo desde el exterior, existen otras fórmulas para garantizar la estabilidad gubernamental.

Por ejemplo, el PNV ha desarrollado durante varias legislaturas los acuerdos presupuestarios para distintas instituciones, que podían estar basados en unos fundamentos económicos comunes o, simplemente, en un pacto de no agresión, por el cual un partido garantizaba la tranquilidad presupuestaria de un gobierno de signo distinto a cambio que la tranquilidad de los suyos.

Durante los mandatos de José Luis Rodríguez Zapatero, el PNV suscribió con el PSOE varios acuerdos basados en que los jeltzales apoyaban los Presupuestos Generales del Estado a cambio de que el PSE sustentara los de Juan José Ibarretxe y las diputaciones. Estos acuerdos se adornan en ocasiones con la aceptación de enmiendas del partido con el que pacta, aunque luego suele producirse la paradoja de que la formación de la oposición trata de magnificar sus logros, mientras que la que gobierna sale al paso tratando de minimizarlos.

En 2009, a pesar de que el PSE se hiciera con el Gobierno de Lakua siendo el PNV el partido más votado, ambos partidos alcanzaron un Acuerdo de Estabilidad, al que se sumó Hamaika1!, que gobernaba la Diputación de Gipuzkoa en coalición con los jeltzales. Dicho acuerdo, que el PNV parece querer reeditar ahora con otros protagonistas, garantizaba que cada parte pudiera aprobar los presupuestos en las instituciones que gobernaba, bien por conseguir un pacto con la oposición, bien porque en caso de desacuerdo esta se comprometía a abstenerse.

Dicho Acuerdo de Estabilidad incluyó también, entre otras cosas, la obligación de que la Diputación de Gipuzkoa, gobernada por PNV y H1!, suprimiera el Impuesto de Patrimonio, para «armonizarse» con las de Araba y Bizkaia. Todo ello se produjo con el apoyo del PSE, que ahora clama por la reforma fiscal en toda la comunidad autónoma. I.IRIONDO

La oferta de triple pacto de 2009

La necesidad de buscar consensos para la superación de la crisis, la consolidación de la paz y la normalización, y la profundización del autogobierno ya las propuso el PNV tras las elecciones de 2009, inaugurando además un modelo de negociación basado en los partidos y del que inicialmente quedaba apartado el candidato a lehendakari.

Una delegación del PNV encabezada por Iñigo Urkullu recibió en Sabin Etxea al PSE para ofrecerle un acuerdo de coalición o de pacto de legislatura basado en cinco puntos y un calendario de negociaciones.

El primero punto era acordar «un plan de choque para afrontar la crisis económica y por el empleo».

El segundo, «búsqueda de la paz, promoción de los derechos humanos y la lucha contra el terrorismo». El PNV entendía que no bastaba pedir la desaparición de ETA, sino que «la paz se trabaja».

En tercer lugar los jeltzales planteaban la «estabilidad de las instituciones vascas para profundizar en el autogobierno de la CAPV-Euskadi, y corresponsabilidad en la política de estabilidad desde las Cortes Generales del Estado».

El acuerdo debía incluir también «políticas sectoriales al servicio de la sociedad vasca con mayor desarrollo y bienestar desde la justicia social».

La última base pretendía lograr «una nueva cultura política» que pasara «de la política de bloques al acuerdo entre diferentes».

El PP afirmó después que el PNV les había hecho una oferta similar adaptada al cambio de firmantes.

La izquierda abertzale estaba excluida del Parlamento, a pesar de lo cual el PNV afirmaba en su documento que la Cámara recogía la pluralidad política de la sociedad vasca. I.I.

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