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Crónica | Día del Estatuto

Una conmemoración de otro tiempo

Dos detalles: a más de un metro de distancia la corbata de Patxi López se veía negra, lo que le daba aspecto de asistente a un funeral; el segundo, cuando el todavía lehendakari salió del atrio, Iñigo Urkullu seguía saludando y haciéndose fotos con invitados en el interior.

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Iñaki IRIONDO

En Lehendakaritza se produjo ayer una distorsión temporal. Oficiaba el lehendakari actual, al que todos miraban como pasado, en presencia del ganador de las elecciones y futuro presidente. La liturgia consagraba un Estatuto que la mayoría absoluta del Parlamento dio por amortizado en 2004. Y se homenajeó a José Antonio Ardanza, que se había dejado el reloj parado en la Mesa de Ajuria Enea. Nada allí dentro recordaba que, en las elecciones de hace cuatro días, partidos que llevan la independencia en su programa han obtenido dos de cada tres escaños. Hasta había mandos de la Guardia Civil entre los invitados.

Abundancia de trajes oscuros y muchos más hombres que mujeres mostraban un retrato de la «sociedad vasca» que poco tiene que ver con lo que se ve en la calle. Sentir general de que el de ayer iba a ser el último encuentro de esas características. En primer lugar, porque no cabe pensar que Urkullu vaya a organizar otro. Y, en todo caso, porque si lo hiciera muchos de los asistentes ya no tendría motivo alguno para ser invitados.

Había una amplia representación de gentes del PSE y del PP con cargos a punto de caducar en la actual administración autonómica. Asistieron también el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, y el de Araba, Javier de Andrés, que entraron juntos seguidos por el alcalde de Bilbo, Iñaki Azkuna. Mientras, los responsables institucionales de Bildu trabajaron como cualquier otra jornada laboral.

La condecoración a José Antonio Ardanza llevó al acto al presidente del EBB y futuro lehendakari, Iñigo Urkullu, así como a algún otro jelkide. La primera parte estuvo dominada por la entrega de distinciones «Lan Onari» a la Escuela de Armería de Eibar, a los escritores Ramiro Pinilla y Ramón Saizarbitoria, y a los medallistas olímpicos Maider Unda, Maialen Chourraut, Richard Oribe, Patricia Elorza, Eli Pinedo y Nely Carla Alberto.

La República de Francia se llevó el premio «Lagun Onari» que introducía ya cuestionables connotaciones políticas. El Gobierno de Patxi López pretendió reconocer la acogida a los refugiados de la guerra y al mismo tiempo la lucha contra ETA.

En lo que parece ser la intención de ir homenajeando a todos los exlehendakaris, José Antonio Ardanza recibió la Cruz del Árbol de Gernika, máxima condecoración que concede el Gobierno de Lakua. En su discurso de agradecimiento, afirmó que «es muy fácil y muy bonito decir hoy que estamos en un nuevo tiempo y que tenemos que mirar al futuro», pero pidió hacerlo «sin amnesia». En el recuerdo de Ardanza tuvieron su sitio «ETA extorsionando, secuestrando y matando, y sus acólitos y alevines en la calle amenazando, quemando coches y sedes sociales, poniendo dianas y gritando muchas veces en sus manifestaciones `ETA mátalos'». Ni un espacio para el GAL, ni para el partido que lo sustentó y con el que gobernó. Amnesia total sobre la tortura y las detenciones indiscriminadas. También tuvo Ardanza espacio para recordar la dura crisis de los Ochenta y al empresariado «sometido a una presión sindical brutal». Pero auguró un futuro mejor, ya que también se salió de aquella crisis con trabajo e imaginación. Citó algunos ejemplos, entre los que no incluyó las «vacaciones fiscales» que todavía se pagan.

En el cierre del acto y casi de su mandato, Patxi López definió la libertad como «lo que permite a cada uno decidir su propia vida» y presentó el «autogobierno» como su principal garante. Y defendió la «libertad de identidad», lo que a tantos vascos y vascas se niega en cuanto les hacen el DNI en una comisaría.

Acabó diciendo que «en Euskadi no tenemos muchos símbolos compartidos, pero me parece a mí que el Estatuto y el autogobierno son lo que más compartimos porque expresan la voluntad de seguir viviendo juntos. Es mi deseo y por ello trabajaré en esta nueva etapa».

Pocos minutos después, Urkullu era el centro de atención, mientras López hablaba fuera con José Antonio Pastor.

 

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