Los electos de EH Bildu suscriben un compromiso que invita a la reflexión sobre la política y la ética
Los parlamentarios de EH Bildu se acreditaron ayer y suscribieron un «compromiso ético». Su promesa fue explícita: se comportarán al dictado de principios de «honestidad, integridad, lealtad, eficacia, transparencia, austeridad y afán de servicio», rebajarán sus salarios, rechazarán acciones «contrarias a la dignidad humana» y no aceptarán regalos o donaciones. Con su rúbrica, EH Bildu expresa una voluntad sana y saludable, sin tacha alguna. Sin embargo, en la práctica, en términos absolutos, la existencia y las exigencias de una política verdaderamente ética se presta a la reflexión.
Una política ética, como práctica guiada por la defensa de valores y la promoción de ideas, transita en la realidad entre el pragmatismo y los principios, entre la salvaguarda de intereses propios y el avance de valores compartidos. A mayor pragmatismo, más opaca la política para la ética, mayor suposición de superioridad «moral» propia. A más y más principios, más confusión ética, menos reconocimiento de las necesarias y múltiples opciones. Entre el pragmatismo deformado y los principios sobrerrepresentados, en el centro radica la virtud, ahí se vislumbra el espacio para una política juiciosa y eficaz.