Raimundo Fitero
De la tele
Aquí, en Euskal Herria, hay ahora muchos más payasos de la tele. Pero los primeros fueron los hermanos Aragón, Gaby, Fofó y Miliki. Tengo una imagen clavada en mi memoria: estaba viendo, en compañía de otros adultos, una de las primeras entregas de aquel, «había una vez un circo...» cuando se produjo el asalto al Palacio de la Moneda de Santiago de Chile y llegó el criminal Pinochet. Probablemente sea una de esas asociaciones catódicas que conforman una gran verdad mentirosa o una auténtica mentira, pero así es el blanco y negro de la memoria.
Acaba de morir el octogenario Miliki y curiosamente se ha producido una avalancha de condolencias basadas en la memoria sentimental. Y es que durante décadas los payasos de la tele acapararon un modelo de televisión infantil, consiguieron durante muchos años crear una imagen imposible de borrar que ha permanecido así canónicamente la idea de lo que es un payaso televisivo. Venían de América, de televisiones mucho más desarrolladas que la española y aportaron mucho a este tipo de espectáculo televisivo. Podríamos asegurar que su aportación fue establecer un estándar, un estilo, un modelo que cuarenta años más tarde sigue siendo el mismo. O muy parecido. Unos payasos neutros, musicales, cancioncitas contagiosas, un mundo delimitado que se sustenta y reproduce en el mercadeo con sus símbolos y adminículos junto a sus canciones. Ellos inventaron o aportaron este concepto de extensión del producto más allá de los platós y la televisión, pero otros lo han llevado hasta el límite, lo ha desarrollado, y han conseguido un mercado de payasos de la tele en euskara difícil de superar en términos de inversión empresarial, aunque podamos discrepar en cuanto a unos valores artísticos superiores.
Con Miliki se va una representación genuina de una forma de hacer circo televisivo. Una familia circense más tendente al espectáculo blanco y musical, donde los alardes no cuentan. Han creado escuela. Hoy se sigue con sus esquemas, sus métodos, sin aportar ninguna novedad que no sea lo que puede conseguir la tecnología aplicada. Lograron introducir al payaso en la jerarquía familiar.