Crónica | Congreso de Análisis Político Crítico en Bilbo
Retrato de un país en el abismo con fino pincel heleno
La segunda edición del Congreso de Análisis Político Crítico comenzó ayer en Bilbo con la participación de importantes politólogos y sociólogos como la vasca Yolanda Jubeto, Catherine Neveu, Iñigo Errejón o Joan Subirats. Un periodista, el griego Apostolis Fotiadis, explicó las causas de la crisis que azota su país natal, los movimientos sociales derivados de ese hundimiento y el reubicamiento de las élites helenas.
Mikel PASTOR
Un numeroso grupo de jóvenes, futuros sociólogos y politólogos, aguardaban expectantes en los pasillos del Paraninfo de la UPV/EHU al inicio de las diferentes charlas y mesas redondas del II Congreso de Análisis Político Crítico, que se celebra entre ayer y hoy. Reúne a algunos expertos en el análisis de las realidades políticas, los movimientos sociales y los equilibrios de poder. Sobre la mesa, temas de aquí y de allá de máxima actualidad, como la situación que vive Grecia.
El periodista Apostolis Fotiadis dibujó un interesantísimo despiece de la caótica situación que atraviesa su país, repasando todos los factores que han llevado a Grecia al abismo, la influencia de los movimientos sociales en ese proceso, los intentos de concienciar a las hasta entonces apáticas masas y la postura de la oligarquía ante la nueva situación..
El hundimiento
La idea principal que Fotiadis hizo llegar a los presentes fue que la crisis en Grecia no se circunscribe únicamente al apartado económico, sino que engloba a la clase política, a la patronal, a algunos sindicatos y a los propios valores tradicionales.
El periodista griego señaló que esa crisis ha supuesto para su país «el hundimiento de la antigua estructura a todos los niveles», dando paso a «una nueva realidad, muy convulsa, en la que los movimientos sociales han adquirido un peso y una importancia inimaginables pocos meses atrás».
Esos «movimientos de desafío», como los define Fotiadis, fueron fortaleciéndose a raíz del empeoramiento de la situación general, además de ganar mucho peso cuando el Estado activó su maquinaria represiva, tema que el ponente abordó más tarde.
Esa respuesta «a todos los niveles» se dejó notar especialmente en el apartado comunicativo: «El asesinato de dos jóvenes en una manifestación y la manipulación que los mass media realizaron de aquello supuso un punto de inflexión. Apoyado en las nuevas tecnologías, como los móviles con cámara, el movimiento contrainformativo cumplió con dos grandes objetivos, que en realidad son solo uno: combatir la intoxicación mediática y concienciar a un pueblo hasta la fecha bastante apático en lo que a militancia se refiere»
Fotiadis también se refirió a la respuesta del Estado a estos movimientos contestatarios, recordando los duros enfrentamientos en las calles de Atenas y asegurando que «el Estado ha demostrado que tiene el monopolio de la violencia. Cuanto más pierde el control de la situación, más autoritario se vuelve. En realidad, esa reacción se fundamenta en el miedo, el miedo a no controlar la nueva dinámica. En nombre de ello han violado innumerables derechos humanos»..
Los riesgos
La puesta en cuestión de los valores y el modelo gestionado hasta entonces, que en la práctica ha supuesto la desaparición del bipartidismo griego, esconden, no obstante, una cara B, más oscura: «Es cierto que el movimiento contestatario, con varias huelgas y resistencia en la calle, ha derribado el régimen tradicional. Sin embargo, eso no es positivo en si mismo. Algunos partidos de extrema derecha, principalmente el neonazi Amanecer Dorado, han aprovechado el desapego a la clase política para vender su mensaje, racista, xenófobo, pero a la vez muy populista, que ha calado en un sector de la sociedad».
Los neonazis no han sido los únicos que han intentado catalizar el impulso ciudadano hacia sus propios intereses. Según explicó Fotiadis, las élites griegas, la oligarquía, también han hecho «grandes esfuerzos» para adecuarse a la nueva situación, reubicarse en ese panorama: «Viendo que el antiguo sistema se desmorona, las clases pudientes han decidido buscar nuevos aliados, y han encontrado en esos movimientos sociales un buen refugio, aunque sea temporal, camuflado de desafección a la política».
Para que ello no ocurra, considera que «es necesario que estos movimientos sean dinámicos, siendo capaces de detectar cualquier manipulación externa y manteniendo su independencia. Fijar los objetivos también debe ser una prioridad para ellos: superar el sistema agotado y repensar la democracia de un modo más directo».