Raimundo Fitero
Piscinazo
Tengo dudas razonables y no sabría defender sin vacilaciones y desgarros argumentales si lo que sucede en el duopolio televisivo estatal es fruto del espionaje industrial o del pacto, componenda o unificación programática para ir estabulando sin remisión a los fragmentos de audiencias. Que Antena 3 y Tele 5, o viceversa, presenten como novedad sendos programas en los que lo central es una piscina y lo periférico concursantes con ansias de gloria que vienen de ese estrato tan difícil de reconocer al que llamamos famosos varios, no puede ser una casualidad. Nadie se puede creer que en el largo plazo que transcurre desde que se presenta un proyecto, se aprueba, se pone en marcha y sale en antena, ninguno de los equipos hayan filtrado nada a la competencia. Si ambos programas ven la luz es porque existe voluntad de que los más ingenuos intentarán asumir como una muestra de lo buena que es la competencia y que los que llevamos tantos años escudriñando qué hay detrás decisiones en los despachos con moqueta no entendemos de otra manera esta situación que la de ser fruto un desvarío programático conjunto, un piscinazo compartido.
Cierto es que el trasvase de conductores, productoras, series o concursos es algo habitual. Que cuesta identificar los grupos con tantos subgrupos, pero estas coincidencias no pueden suceder sin algún secreto previo. No ceder es condenarse al desgaste inmediato. Y son ya demasiadoss los deslices que se van produciendo como para entregarse a este desgaste contraproducente. Por cierto, en estos juegos de ahora rompo contrato y voy a otra cadena, pero a los dos días me arrepiento y vuelvo a la original tenemos un caso caliente, Pedro García Aguado, el eje de «Hermano mayor», ese programa de ayuda familiar para intentar convertir a jóvenes insoportables, en insoporables televisivos, se encuentra con una demanda en los juzgados interpuesta por La Sexta en la que le reclama ochocientos mil euros. Está asuntado. Pero alguna vez se tendrá que acabar con este juego de chantajes, de cambiar o amenazar con cambiar de canal para subir el precio. Por cierto, los piscinazos no tienen pinta de ser baratos.