Cuando uno advierte, por ejemplo, el espanto con el que el PP ha venido tratando a Bárcenas desde su dimisión y con el pánico con el que todavía lo trata Rajoy, que ni siquiera se atreve a pronunciar su nombre, mucho menos a llevarlo ante los tribunales, resulta inevitable establecer conclusiones. Conclusiones pequeñas, tipo «si hay humo, debe de haber fuego». (...) Si Rajoy trata a Bárcenas como usted y yo venimos observando, lo único que se puede leer es que lo trata como lo trata, y punto. Y si el extesorero del PP acumuló durante su mandato 22 millones de euros en Suiza, leemos que acumuló 22 millones de euros en Suiza, ya está. No es preciso ser un analista político ni financiero para encontrar el sentido de ese dinero negro. Si además, gracias a la amnistía fiscal, blanqueó, solo o en compañía de otros de la Gürtel, parte de esa fortuna, pues lo que uno lee es que logró blanquearla gracias a una amnistía fiscal dictada por las mismas personas que, pese a su currículum, vienen mimándole como si fueran sus mamás.

Mi mamá me mima, así de sencillo. Si, por poner otro ejemplo, Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE, pagaba con dinero negro a sus empleados, lo único que se nos ocurre pensar es que pagaba con dinero negro a sus empleados, lo que, añadido a que el expresidente de la misma asociación se encuentra en la cárcel por lo que se encuentra en la cárcel, concluimos que los empresarios han sido dirigidos y vicedirigidos por quienes han sido dirigidos y vicedirigidos. Y eso tiene un significado, del mismo modo que mi mamá me mima quiere decir lo que todos sabemos que quiere decir. Así que, por favor, no intenten, después de habernos recortado la vida, expulsarnos del sentido.