Raúl aprobó con nota su nueva titularidad, que repetirá en el derbi ante la Real
Encuentran portero, pero no portería
Tras una primera media hora lamentable y en la que encajaron un gol, los de Bielsa tuvieron oportunidades suficientes para igualar, pero su ya exasperante puntería y un enorme Caballero lo evitaron. Flojo partido, peor defensa, inmerecida derrota y moral tocada.
MÁLAGA 1
ATHLETIC 0
Joseba VIVANCO
El goleador holandés Ruud van Nistelroy, que llegó a vestir la camiseta malacitana y de enchufarla al fondo de la red sabía un rato, decía que los goles son como el ketchup, a veces no salen por mucho que lo intentes, y luego vienen todos de golpe. Está claro que el día que al Athletic le vengan de golpe aquello va a parecer una película de temática gore. No vimos a un buen Athletic, demasiado impreciso -perdió 110 balones, más que en cualquiera de los últimos diez partidos ligueros-, con una contundencia defensiva forjada a base de papiroflexia, con pilares básicos desaparecidos durante excesivos minutos -caso de Herrera o Aduriz-, con una impresentable primera media hora que no tuvo nada que envidiar a otras igual de horribles como la del Calderón o el Villamarín, con un linier que en la segunda mitad martirizó a los rojiblancos fueras de juego, pero, sobre todo, con menos puntería que un borracho en el excusado. O este bote de ketchup está caducado o alguien le ha metido masilla en el orificio de salida.
Y a falta de gol, sino es un tal Kike Casilla, es un tal Willy Caballero. Y eso en el día de los porteros, en el que Bielsa decidió que el eterno segundón Raúl tomara la alternativa sentenciando a un maltratado Iraizoz para lo que queda de temporada y quién sabe si más. Al menos, el de Indautxu hizo bueno aquel adagio del guardameta que afirma que un buen portero tiene que sumar, nunca restar. Y eso hizo Raúl, sumó, aunque no valiera para nada, porque el héroe fue otro, un tal Caballero.
Inmerecido y de nuevo de vacío. No es nuevo y quizá por eso ya hasta se asume con resignación. Ni siquiera Marcelo Bielsa tiene ganas de dar argumentos en el postpartido y así lo dejó claro cuando contestó que «prefiero evitar ese recorrido». «Ya aburre decir que merecemos más», llegó a afirmar Ander Herrera tras la ducha, para explicar lo inexplicable. Y es que si ayer los leones se quedaron con un palmo de narices no fue por falta de puntería, fue por culpa del portero menos goleado de Primera, el argentino Caballero, que paró lo habido y por haber. Aduriz, un desaparecido Aduriz, debió soñar anoche con el remate que le sacó en el minuto 33, segundos después de haber hecho lo propio a disparo de Ibai.
No es que el Athletic encontrara su juego, ese que va y viene como la luz en días de tormenta, pero tampoco el Málaga es que echara el resto, con un once inicial que dejó fuera a hombres como Toulalan, Demichelis, Joaquín o Santa Cruz, pero con otros sobre el césped lo suficientemente buenos y con oficio como para sacar adelante partidos como el de ayer.
Aduriz ni marca ni está
Tras un primer minuto fulgurante de los bilbainos, con una penetración de Ibai y un remate de cabeza de Gurpegi, primera media hora de los leones para olvidar, sin continuidad en su juego, sin alma, sin contagiar nada de nada, donde al portentoso Willy Caballero le crecía el pelo de aburrimiento y en la que además de recibir el único gol del partido al minuto 17 -séptimo gol de Saviola a los leones-, el capitán Gurpegi volvió a romperse -lesión en la musculatura isquiosural de la pierna izquierda, reza el parte médico-.
Fue justo al minuto 33 cuando los visitantes se reencontraron con su juego. Un desactivado Herrera tomó la manija, el balón, también Susaeta despertó de la siesta, empezaron a rentabilizarse los dos contra uno por banda y a partir de ahí se fraguaron dos ocasiones que no acabaron en la red porque ese es el sino de la temporada. La primera, al minuto 33, la doble oportunidad citada de Ibai y Aduriz; la siguiente, un minuto después, centro pasado de Susaeta y `Adu' remata en el segundo palo, solo, forzado y de manera pésima. Cuarto partido del ariete sin `mojar' y lo peor, que ayer ni siquiera se le vio, como ante el Espanyol.
Reacción que coincidió con la menor presión malacitana en la medular por esos perros de presa que son Camacho y Portillo, pero que no dio frutos de ahí hasta la vuelta a vestuarios. Pobre imagen la de los rojiblancos, pero al menos el partido estaba abierto. Sin balón este equipo sufre mucho, sin Herrera fino se siente desnortado, como tampoco se ve que nadie enseñe galones en esos momentos en que parece que todos se miran entre sí para ver quién tira del carro.
No había otra. En la segunda mitad había que mejorar. Bielsa miró a su banqueta, volvió a mirar y puso a calentar a Llorente, Toquero e Igor Martínez, entre los tres 683 minutos esta temporada, menos que los jugados por Aymeric Laporte.
Necesitó de unos cuantos minutos el Athletic para volver a oler la pelota que quería para sí ese genio de Isco, aunque una enbarrullada jugada en la que, fuera de juego incluido, remataron desacertadamente hasta tres rojiblancos, ilustraba lo que le cuesta a este equipo empujar la pelotita a la red. Y cuando enfilaba a portería, ahí estaba Caballero, como el paradón que en el minuto 55 le hizo a Ibai. Los leones se volcaban, por banda derecha como siempre, tanto que el joven brasileño Piazón casi sentencia en una pared con Isco que volvió a sonrojar a la zaga visitante, en la que ahora formaba también San José.
Vaciados física y mentalmente
Fortificó Pellegrini su medular con la salida de Toulalan y Santa Cruz por Saviola y Baptista, y reaccionó Bielsa dando cabida a un Llorente que nunca pudo con el `abuelo' Lugano, por un generoso pero poco eficiente De Marcos. Aduriz, que no había hasta entonces rascado bola, la olió aun menos de media punta. Sin embargo, y si algo resulta plausible en este equipo es su determinación de no rendirse nunca. Se activó Susaeta en banda y no llegó por un taco al centro de Ibai, el recambio de Muniain volvió a toparse en otro chut con la mano de Caballero, y le sucedió al de Santutxu en el 89 al saque de una falta que Willy se la sacó en la escuadra.
Un `de tirados al río' que casi les cuesta el segundo gol en una vertiginosa contra de Joaquín que el gaditano no acertó. Pero lo dicho, de tirados al río, aunque por enésima vez, el Athletic se volvió a ahogar. Lo malo es que ese agua le sale ya por las orejas y no parece que haya nadie capaz de achicarla.
Con más pundonor que cabeza, con más corazón que piernas, fundidos física y mentalmente, como leones panza arriba, el Athletic no dejó de intentar demostrar que Caballero es humano. A veces parece que es casi lo único que les queda. El orgullo. Pero tampoco ayer era el día. Luego, los jugadores rojiblancos, hastiados ya de hablar de merecimientos para perder como siempre, arremetieron contra el arbitraje, sobre todo contra el linier que decidió probar con ellos si su banderín funcionaba. «El linier se ha equivocado de gravedad, y ya es hora de decirlo», se quejó Herrera, y en parecidos términos lo hizo Ibai. Incluso a Iraola se le vio ayer discutir con el colegiado.
Y en estas llega la Real. Último derbi en el viejo San Mamés aparte, tres puntos vitales cara a la clasificación pero también para levantar una moral tocada pero aún no hundida. Se la jugarán Raúl y doce más, sí, porque el viernes le tocará a San Mamés ser ese jugador número doce.
«Evalué. Iraizoz ha tenido a lo largo de esta temporada partidos muy importantes, algunos cercanos como el del Atlético de Madrid, pero la secuencia se fue acentuando de errores e irregularidad y era el momento de optar por Raúl. Es difícil tomar una decisión así cuando antes nuestro portero había sido la figura. No es lo mismo sustituir a un jugador de campo, ya que la de los arqueros tiene otra frecuencia», argumentó en sala de prensa Marcelo Bielsa, quien reconoció que «no fue una decisión sencilla, pero el rechazo del público fue un condicionante para la decisión». El técnico argentino asumió que sus palabras del postpartido ante el Espanyol en las que cuestionó la actitud de parte de la grada de San Mamés hacia el portero navarro conllevaban un «sentido de protección hacia el hostigado», lo mismo que la idea de mantenerlo en su puesto. Pero, aclaró, «valorando su irregularidad y el ciclo entre errores, pensé que era el momento del cambio». Y culminó su esperada argumentación: «Me costó sumamente la decisión, pero profesionalmente la tenía clara».
El entrenador de porteros Aitor Iru comunicó a Raúl su titularidad el viernes por la mañana y ayer Bielsa confirmó que «la perspectiva es que conserve la titularidad». Un Raúl que debutó ante la Real Sociedad y que el viernes defenderá la portería rojiblanca en el último derbi de La Catedral.