RUGIDOS ROJIBLANCOS
El miedo y la preocupación
Gontzal FRESNO ASTORKI Socio y responsable del blog rojiblanco «Aquí hay zarpazo»
No sé cuántas veces me habré sentado delante del ordenador desde el viernes para intentar completar este post y lo he acabado dejando. Cuesta a estas alturas volver sobre lo ya escrito, intentar analizar a un Athletic que incurre partido tras partido en los mismos errores, que se lanza a tumba abierta hacia las posiciones peligrosas de la clasificación. Todo ello, además, desde la previsibilidad, porque a estas alturas nadie se sorprende de que los rojiblancos volviesen a perder a pesar de haber superado, desarbolado incluso por momentos, a su rival, en este caso una Real a la que le bastó esperar los clamorosos fallos locales para llevarse tres puntos sin ningún esfuerzo.
Y ahora las miradas se ciernen sobre el banquillo, hacia un entrenador incapaz de conseguir que los suyos corrijan el rumbo de una nave a la deriva, sin páginas en el libreto, apostando día sí, día también, por un recetario que no produce un rancho potable, con escasa cintura y que deja la sensación de no creer demasiado en aquellos que sienta en el banquillo, toda vez que ni tan siquiera agota los cambios.
Es previsible que la cuerda se rompa por donde casi siempre en fútbol, por el lado del entrenador, que suele ser el primer cortafuegos al que se recurre cuando el incendio va camino de afectar seriamente al edificio. A pesar de que Urrutia es una rara avis en esto del fútbol, el nivel de oposición que ha venido teniendo incluso sin existir motivos será una broma comparada con el que se producirá si el Athletic no consigue traer algo positivo de Iruñea.
La temporada ha avanzado mucho, demasiado, y entre avatares extradeportivos o preocupaciones y debates estériles sobre localidades en el nuevo campo, a estas alturas el equipo se encuentra a un paso de un punto de no retorno. El calendario es exigente a más no poder, por el nivel de los rivales que vendrán a San Mamés, las necesidades de aquellos a los que toca visitar, y los puntos a las que las matemáticas condenan a quien quiera salvarse del descenso.
A Bielsa se le atribuyó el mérito de la transformación del grupo el pasado ejercicio, pero no parece justo endosarle ahora la responsabilidad total de la actual colección de desatinos. La falta de motivación de dos elementos de la plantilla, que se carcajeaban en los entrenamientos de esta semana mientras no aportan absolutamente nada en lo deportivo, a la vez que engordan sus fortunas, puede ser una de las claves de la situación en que se encuentra el equipo, donde no todos reman en el único rumbo admisible. Ahí poco se puede reprochar a Bielsa, obligado a gestionar en partidos y entrenamientos lo que la directiva no ha sabido resolver en los despachos. Eso sí, no resulta justificable ni entendible que Amorebieta o Llorente, con el nivel de compromiso que están mostrando, ocupen plaza de convocados.
Marcelo, que parece una persona ideal para un club como el Athletic, cortados por el mismo patrón, con una concepción romántica a más no poder de lo que es el fútbol, empieza a mostrar signos de agotamiento, por más que le toque decir que se crece en la adversidad. Seguramente ni el Athletic encuentre un entrenador que encarne mejor con lo que es y pretende ser, ni el argentino pueda volver a sentarse en un banquillo tan a su medida. Pero esas leyes del fútbol a las que aludía el viernes en rueda de prensa, esas que dijo conocer, serán implacables, seguramente, de no obtenerse la victoria el próximo fin de semana.
Estoy convencido de que, aunque sea en la última página del manual que define gure estiloa, ese que tan solo ha leido Urrutia, también existe un procedimiento para el relevo de entrenadores. Como revulsivo y como paso previo para evitar que las miradas se dirijan al palco. Hay gente con ganas cuando no ha habido razones, y más ahora que las hay. Me refiero a razones y a miradas.