Mikel INSAUSTI

El esquema clásico del «breve encuentro», patentado por el maestro David Lean, se ha revelado con el paso de los años poco menos que inagotable. Ahora otro inglés es el encargado de darle un nuevo giro, adecuándolo a las peculiaridades de una relación homosexual. Aún así yo no le pondría a «Weekend» la etiqueta de cine gay, por más que Andrew Haigh se haya movido en ese ambiente desde sus comienzos, tal como lo atestigua su anterior largometraje «Greek Pete». Allí tocaba el tema de la prostitución masculina, para aquí pasarse al lado romántico de los emparejamientos entre hombres.

Andrew Haigh consigue un equilibrio perfecto entre el romanticismo que universaliza el contenido de la película y la homosexualidad que lo relaciona con una comunidad muy concreta, gracias a lo cual «Weekend» queda abierta para su disfrute por cualquier tipo de público, al margen de su particular opción sexual. El joven cineasta manifiesta una gran sensibilidad para potenciar el drama amoroso, como tal, sin descuidar tampoco el reflejo del conflicto social que implica un comportamiento que todavía sufre rechazo por parte de la mayoría que se declara heterosexual.

La escena culminante de la despedida en la estación es la que mejor ilustra la realidad del contrariado amor homosexual, porque cuando la pareja de chicos se besa en el andén el sonido ambiente recoge silbidos y burlas que, de forma sutil, suceden fuera de campo. La intromisión de los figurantes lejos de arruinar ese momento de climax, lo hace todavía más emotivo y verdadero.

Tom Cullen y Chris New no intentan reemplazar los roles chico-chica, sino que profundizan en los rasgos diferenciales que enriquecen y hacen más fuerte la atracción que un chico puede sentir por otro. El primero representa a los jóvenes de barrio para los que no es fácil mostrarse tal como son, o bien en su trabajo de socorrista o con las amistades. El segundo es un estudiante de arte reafirmado en la desinhibición.