NARRATIVA
Un anatomista de los USA
Iñaki URDANIBIA
Desde esta primera obra, traducida con elegancia por Gian Castelli, puede verse lo que va a constituir la esencia del quehacer del autor que está convencido de que «la ficción debe contestar al poder»; con este lema como guía, su tarea consiste en trazar una anatomía crítica de la cultura americana, desvelando lo que se oculta habitualmente tras el tan campaneado sueño americano. No cesa ahí su empeño pues en su escritura también puede verse la constante interrogación vital sobre lo que supone el acto de escribir, el lenguaje y su relación con lo real que, las más de las veces, nos es alejado por el embrujo de las palabras, domesticadas por quienes detentan los hilos de las voces dominantes.
Catalogaba Martín Amis a Don DeLillo como el «poeta de la paranoia» al tiempo que recomendaba su lectura por su fuerza hipnótica. Sin dar por buena la etiqueta del británico, sí que puede verse en la escritura del americano la presencia del principio de entropía (aires de familia en este terreno con el esquivo Thomas Pynchon), a veces hasta los límites cercanos al Apocalipsis. Las ruinas debidas a distintas catástrofes y amenazas varias (atómica, terrorista, dermoestética, ecológica,...) asoman con fuerza en sus novelas, escritas con un afilado escalpelo que no parece dispuesto, desde luego, a ser complaciente con el estado de cosas y con los negros tonos que se ciernen en el horizonte. No chapotea, no obstante, DeLillo en el pesimismo sino que su concepción de la escritura le hace depositar sus esperanzas en su valor emancipador, apoyando su empresa en Prometeo y hasta en el mismo Ícaro, volador él(«la primera lámpara que se alumbre será la del hombre que se lanza de un acantilado y aprende a volar»). El lugar de su escritura es el de la resistencia contra la estupidez reinante y de este modo se las tiene contra las distintas caras de la mediocridad ambiente.
Sintomático en este orden de cosas es la ubicación del protagonista de esta novela, David Bell, en un isla aislada: «Island Iland», lugar del yo, que le hace sentirse desplazado, separado del común de sus compatriotas y sus anquilosadas costumbres, y también de si mismo; distancia entre el sujeto y su América que se mide más en páginas que en millas. Su viaje a través del país con el fin de elaborar un documental le va a hacer conocer distintas costumbres y hábitos, a distintos personajes, prototípicos y no tanto, y más que una exploración de aprendizaje le va a provocar un vacío, reflejo de las zonas de sombra que visita y una exploración de sí mismo y sus orígenes. Las historias se encabalgan unas con otras y el efecto especular hace que unas situaciones se vean reflejadas en otras. En la medida que se avanza en la lectura , la pluralidad de historias y situaciones, asomadas al caos, hace que se entremezclen la realidad, los fantasmas y se va perfilando una topografía del deseo, y la película de Bell resulta una narración, verbal, de tal presunta película y a la vez hace que el viaje del narrador-cineasta suponga una búsqueda inacabada (¿imposible?) de sus orígenes, pues «el viaje en la historia genealógica lleva al que busca la Verdad a la pluralidad de sus orígenes: al imposible origen».
Magistral novela en la que confluyen los fragmentos de país, la reconstrucción del sujeto en crisis y los problemas relacionados con la creación...viaje, cartografía del yo narrador, aislado y bañado en la soledad, y del errar por las tierras insulares y continentales.