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Los italianos siempre se equivocan al dar su voto

Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista

Debe ser el signo de los tiempos -o de la crisis global, que afecta también al modelo de democracia representativa- pero, a tenor de las críticas que acompañan últimamente a los resultados de los procesos electorales en el mundo, uno llega a la conclusión de que el electorado es simplemente estúpido.

Y el caso de Italia, paradigmático, ha llegado al climax con motivo de las últimas elecciones generales.

Los análisis sobre el tsunami electoral italiano de esta semana destilan una autosuficiencia que no conoce fronteras ideológicas y que, como siempre, trata de ocultar las propias carencias.

Pero los italianos son todo menos tontos y el sentido de su voto peca de una racionalidad tozuda y aplastante.

Se han ciscado en la UE (Berlín) y en sus imposiciones, mandando al vertedero de la historia a su virrey tecnócrata Mario Monti y a su cohorte de democristianos y postfascistas.

Han privado al centro-izquierda del excomunista converso Pierluigi Bersani de una victoria aplastante que le hubiera permitido seguir enredando, como Hollande, con una ya agotada alternativa «socialnosesabequé».

Pese a perder un 16% de los votos, una parte importante del electorado ha renovado su fidelidad a Silvio Berlusconi, quien, pese a quien pese, sigue disfrutando de un colchón electoral que se nutre del populismo de derecha (en su día se llamó fascismo), cargado de promesas siempre incumplidas.

Y ha condenado a la desaparición a una izquierda desnortada pero eligiendo como el partido más votado al Movimiento Cinco Estrellas, de Beppe Grillo. ¿Payaso? Pues bienvenido al club.

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