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Jean-François Heisser | PIANISTA Y DIRECTOR DE ORQUESTA

«Los compositores franceses estaban influenciados por el exotismo español»

Jean-François Heisser es uno de los músicos más activos de esta edición del Musika-Música, participando en hasta siete conciertos en su doble faceta de pianista y director de orquesta. Conocido por ser el mayor especialista francés en música española, encarna también como ningún otro el «Cruce de miradas» que propone el festival.

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Mikel CHAMIZO | BILBO

Está envuelto en siete conciertos este fin de semana, como pianista, como director de la Orquesta de Poitou-Charentes y también haciendo música de cámara. ¿Cómo consigue cumplir con tantos compromisos en tan poco tiempo?

Bueno, en realidad dos de los programas los repetimos, el «El amor brujo» y «El retablo de Maese Pedro», así que solo son cinco programas diferentes. ¿Que cómo se consigue? Pues sencillamente organizando muy bien el tiempo, aprovechando cada minuto para ensayar mis participaciones como pianista o estudiar las partituras que tengo que dirigir. Afortunadamente, se trata de un repertorio que conozco muy bien desde hace muchos años, ya que he hecho muchas grabaciones de música española para piano. Aunque tampoco me gusta que me consideren un especialista. .

Sin embargo, usted es probablemente el músico francés que más atención ha prestado a la música del Estado español. .

Es posible, pero a ningún pianista nos gusta que se nos clasifique. Toco música de todos los lugares y épocas, pero he de reconocer que en Francia se me conoce por haber defendido mucho la música española. Es un repertorio que valoro mucho y siempre he hecho un esfuerzo por que el público francés lo conozca mejor. Aquí todos los pianistas tocan Albéniz, Granados o Mompou, pero no son tan comunes en Francia.

De todos los intérpretes que participan en esta edición del Musika-Música, quizá sea usted el más indicado para explicar en qué consiste ese «Cruce de miradas» como temática del festival.

El intercambio de influencias entre la música española y francesa fue especialmente importante entre 1880 y la primera guerra mundial. En ese período la vida musical europea está centrada sobre todo en París, y muchos músicos españoles se fueron a París a estudiar, trabajar y encontrarse con sus colegas franceses. Esto se materializó en un intercambio que fluyó en ambas direcciones: los músicos españoles adoptaron muchos rasgos del modernismo musical francés, pero también se llevaron con ellos la tradición musical española, que ejerció gran fascinación sobre algunos compositores franceses.

La temática española era una gran moda en el París de aquella época.

Sí, la influencia española, como una cultura de cierto exotismo, fue algo muy presente en Francia desde mediados del Siglo XIX, con las creaciones de Bizet, Lalo y también a través de los compositores rusos, que estaban fascinados con el «color» español. Y esto se materializó más allá de la moda, porque aunque la música francesa sea muy perceptible en la obra de los compositores españoles, no puedes explicar tampoco algunas creaciones de Debussy o Ravel sin tener en cuenta a Albéniz y Falla.

¿Cómo comenzó esta tendencia españolista en Debussy y Ravel?

Hay una pieza muy significativa, que es la «Habanera» que Ravel orquestó en su «Rapsodia española». Pero la pieza original, incluida en «Sites auriculaires» para dos pianos, proviene de diez años atrás, de 1895, y fue estrenada por Ricardo Viñes. Ravel dejó por escrito que para él esta fue una pieza fundamental. Cuando Debussy la escuchó, acto seguido compuso su famosa «La soirée dans Grenade» (Anochecer en Granada), y después varias otras piezas de inspiración española. Había una cierta batalla entre los dos por reivindicar como suya la inclusión de este españolismo. Debussy, además, quedó muy impactado cuando conoció la «Iberia» de Albéniz.

Pero su imagen de la península ibérica era bastante peculiar.

Sí, desde luego. Para Debussy España era como un sueño. Solo estuvo una vez en el país, en Donostia, y fue para ver una corrida de toros. Para él, al igual que para Bizet o Chabrier, se trataba de puro exotismo, solo le interesaba eso. Pero Ravel nació en el País Vasco y tuvo una relación más cercana con la cultura del país. Se nota en su música.

En Musika-Música va a dirigir también «El retablo de Maese Pedro»» y «El amor brujo» de Falla, que están ya menos influenciadas por la música francesa.

Sí, la música que Falla escribió en París está claramente inspirada por el lenguaje de Debussy, pero a partir de su regreso a Andalucía, en 1914, ya es completamente él. En la «Fantasía bética» o «El retablo de Maese Pedro» puedes escuchar algunos ecos franceses, pero ya está mucho más influenciado por Stravinsky. El sonido es mucho más objetivo, su música se podría definir como más seca, en el buen sentido del término. Ya no tiene ese sonido y ese legato romántico, que sí puedes apreciar en obras anteriores como «Noches en los jardines de España». Con «El amor brujo» y «El retablo» su música es ya completamente nueva.

¿Es difícil de explicar esta cualidad nueva del sonido a los músicos de su orquesta?

Un poco, porque el «Retablo de Maese Pedro» es, además, una pieza muy singular, una especie de laboratorio de investigación en el que Falla investiga todos los periodos de la música española. Está el modernismo, el estilo galante de la época Barroca, la tradición de la Edad Media... es algo musicológicamente curioso y a la vez muy misterioso, porque es la única obra de estas características que yo conozca que funciona de maravilla. En treinta minutos Falla consigue reunir varios mundos completamente diferentes y que, además, musicalmente sea un éxito. Es una obra fascinante.

¿De dónde le viene a usted su pasión por la música española?

Cuando era joven participé en un concurso de piano que aún no era tan conocido como ahora, el Premio Jaén. Para el concurso tuve que preparar algunas página de Falla y de la «Iberia» de Albéniz. Quedé impactado. Luego fui a la Academia de Verano de Santiago de Compostela y allí me encontré con personalidades como Rosa Sabater y Federico Mompou. Así que me fui involucrando con el repertorio español y unos años más tarde publiqué mi disco dedicado a Falla, que tuvo una gran resonancia. Sobre todo llamó la atención de Alicia de Larrocha, a la que aún no conocía, pero que quiso escuchar y comentar conmigo el disco con una atención al detalle que le agradecí mucho.

Sus grabaciones de música española para piano, que se publicaron en los noventa, fueron muy importantes porque escapaban de la sombra de Alicia de Larrocha, la autoridad absoluta en este repertorio y cuya personalidad, aún hoy, sigue ejerciendo una influencia quizá excesiva sobre los pianistas que lo abordan.

Mi idea no era hacer algo nuevo, sino acercarme a este repertorio desde mi propia personalidad. Por supuesto que tenía las versiones de Larrocha en mis oídos, pero al fin y al cabo yo soy un músico francés. De la misma forma que los compositores franceses miraron a España de una manera determinada, los intérpretes franceses también lo hicieron. Antes que yo hubo varios pianistas que tocaron música española, especialmente «Iberia». Pero estos pianistas estaban muy cercanos a la música contemporánea y la abordaron desde un punto de vista muy modernista. Para ellos «Iberia» era una pieza fundamental en la evolución del lenguaje pianístico, y en concreto «Lavapiés», con su increíble complejidad, era un símbolo de la modernidad. Mi novedad fue, creo, hallar un término medio más equilibrado entre las visiones española y francesa.

 

RIVALIDAD

«Había una cierta batalla entre músicos como Debussy y Ravel por reivindicar como suya la inclusión del españolismo en la música nacionalista francesa»

MODERNISMO

«Los músicos españoles adoptaron los rasgos del modernismo musical francés, pero también se llevaron a París la tradición musical española»

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