El 17 de febrero se cumplieron cinco años de la independencia unilateral de la República de Kosovo de Serbia. Fue inmediatamente reconocida como estado por EEUU, Gran Bretaña, Francia y Alemania y la mitad de los estados que integran la ONU. El Reino de España, obviamente, no reconoció a Kosovo como estado independiente pero no por no saber que su primer ministro, Hashim Thaçi, es un criminal, un mafioso que organizara el tráfico de drogas y el tráfico de órganos humanos en Kosovo. Tampoco por no desconocer los vínculos del ELK (Ejército de Liberación de Kosovo o UÇK) con la delincuencia organizada (en realidad, la misma cosa). El ELK fue elegido por el brazo armado del imperialismo, la OTAN, para formar un gobierno integrado por delincuentes conocidos por la Interpol, por ejemplo.

Improvisaron un partido -el Partido Democrático de Kosovo- encabezado por el excomandante del ELK Thaçi. En febrero de 1999, en el castillo de Rambouillet, la diplomacia norteamericana y europea intentaban que Belgrado reconociese al ELK representado por Thaçi. Hubo unos acuerdos sobre una autonomía para Kosovo siempre dentro de Serbia y la entrada de fuerzas internacionales lo que indispuso a Serbia. Fue inútil. Los USA ya habían decidido un ataque feroz so cínico pretexto de emprender una «guerra humanitaria» contra la «limpieza étnica» de los serbios. También desgajar Kosovo de Serbia y colocar a un asesino, Thaçi, un detalle menor.

Ya en las negociaciones de Dayton, en 1995, no se había abordado el asunto de Kosovo y ese mismo año surgió una organización desconocida llamada ELK-UÇK con el apoyo gringo desde un principio. La OTAN, sin mandato de la ONU, intervino ilegalmente. Milosevic sucumbió. Kosovo pasó a ser administrada por la ONU enviando la misión de la KFOR bajo el mandato de la OTAN. Aunque la Resolución de la ONU mantenía el principio de que Kosovo formaba parte de Serbia, EEUU ya tenían en mente hacer de Kosovo un narcoestado en el Corredor de la Droga Euro-Asiático (sin mencionar la base yanki de Bondsteel). La heroína de Afganistán pasa -Kosovo mediante- de oriente a occidente; en sentido opuesto, las armas, de occidente a oriente.

¿Es por esto por lo que el Estado español se opone a reconocer a Kosovo como estado independiente? ¿Le preocupa que su primer ministro sea un criminal? No, claro es. Teme la empatía en las naciones oprimidas en su solar imperial. Ahora bien, es para los vascos un espejo donde mirarse? Kosovo jamás fue una nación. Para un serbio es como si a un español le dicen que Asturias se independiza: no lo entendería. Eso sí sería separatismo. Si el ejemplo de Kosovo nos parece plausible, no nos extrañe que el unionismo fascista pida, demagógicamente, ya lo insinúan (no estoy dando ideas), la «independencia» de Araba de Euskal Herria aplicando fraudulentas reglas de tres. Y nos tendríamos que callar por caer en la propia trampa de creer que todo vale si nos viene bien. Y no. No celebraremos algunos la «independencia» de países artificiales. Y menos al servicio del imperialismo.