El primer ministro Wen se despide con la promesa de un futuro radiante para China
El primer ministro chino, Wen Jiabao, pronunció ayer su último discurso como jefe de Gobierno, en el que fijó un objetivo de crecimiento del 7,5% para 2013, y se despidió del poder asegurando que China «tiene ante sí un porvenir de una brillantez sin precedentes».
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Ante 2.900 miembros de la ANP, en la inauguración del plenario legislativo anual que la semana que viene confirmará a Xi Jinping como nuevo presidente chino y a Li Keqiang como sucesor de Wen, este último hizo un repaso de sus segundos cinco años de Gobierno, un «período excepcional» marcado por «victorias brillantes» como los JJOO de Pekín, la Expo Universal de Shanghai, el primer portaaviones chino (Liaoning), el desarrollo del TAV y los avances en la astronaútica y la informática de alta generación. Todo ello en un país que en este lustro ha pasado del tercer al segundo lugar en el ranking de las economías mundiales, superando a Japón.
No obstante, su balance no eludió las «contradicciones y problemas», entre los que destacó la corrupción, la degradación ambiental o el incremento de las desigualdades sociales y la brecha entre la ciudad y el campo.
Crecimiento y defensa
En su discurso, Wen fijó un objetivo de crecimiento del 7,5% para 2013, similar al que se marcó en el anterior ejercicio y que fue superado en tres décimas (7,8%).
Menor en todo caso que las registradas en los anteriores 13 años (de dos dígitos), al considerar que las «embestidas de la crisis mundial seguirán afectando a China». Wen, alabado en Occidente como el responsable de que China lograra esquivar la crisis financiera mundial, insistió en una de sus ideas-fuerza en calidad de representante del sector reformista social, el de la necesidad de sustentar el crecimiento en el crecimiento de la demanda interna. Eso sí, poniendo al mismo nivel los sectores público y privado.
De dos dígitos (10%) será el incremento en los gastos militares. Ante las críticas occidentales, Wen defendió la creación de un «Ejército fuerte».
El primer ministro saliente defendió un nuevo impulso a la lucha contra la corrupción -su entorno, más que él mismo, ha sido acusado de amasar una gran fortuna- y de acercar el ejercicio del poder al pueblo, un formato en el que se ha movido a sus anchas (al punto de que es apodado como el abuelo Wen).
Tras apostar por un desarrollo «verde», Wen descartó el final de la política de hijo único aunque propuso «su perfeccionamiento progresivo». Y cerró su discurso con la visión de «una luz radiante en el horizonte de la vía del socialismo a la china».
La apertura de la sesión anual en el Gran Palacio del Pueblo corrió a cargo de Zhang Dejiang, quien sustituirá a Wu Bangguo al frente del poder legislativo, lo que supone el tercer puesto en el escalafón del poder.
Las mayores incógnitas residen en saber quién será el nuevo vicepresidente del país para relevar a Xi en el cargo, así como los nuevos altos cargos del organigrama del Gobierno y la judicatura.