Martxelo Díaz | Periodista
Agostazo en pleno mes de marzo
Llegó Rubalcaba en avión desde Madrid aprovechando que ese día no había niebla en el aeropuerto de Noain y la montó. En un desayuno informativo organizado por la misma emisora que filtró la supuesta expulsión de los miembros de ETA de Noruega y patrocinado por la misma empresa que está minando la salud de la ciudadanía navarra desde que tiene el control de las cocinas hospitalarias, la soltó gorda.
Jarro de agua fría para quienes están mirando al PSN como solución para los problemas que asolan a Nafarroa debido a la gestión de la derecha. Ni elecciones anticipadas ni posibilidad de acuerdo entre fuerzas progresistas para formar un Gobierno alternativo al que actualmente existe en torno a UPN. Y después de decir todo esto, se reunió con UGT y CCOO.
Lo que interesa al PSOE es que en Nafarroa haya estabilidad. Eso de que la ciudadanía pueda decidir su futuro libremente es algo que no cuadra en sus planteamientos. No se pueden alcanzar acuerdos con los abertzales, aunque eso suponga apuntalar a una derecha que se ha caracterizado por una política antisocial y por emplear la tijera a troche y moche. Lo que sirve en Madrid no vale para Iruñea. Una cosa es criticar a Mariano Rajoy, pero hay que conseguir que Yolanda Barcina no se desgaste demasiado. Otra vez topamos con Nafarroa como cuestión de Estado y el grito de que vienen los vascos.
Eso es lo que interesa al PSOE y el PSN dice amén, mirando hacia otro lado ante la sangría de votos y apoyos que su sostén a la derecha está provocando entre su electorado tradicional. Está claro que el PSN no es el PSC (ni siquiera el PSE) y no tiene capacidad de decisión propia. Roberto Jiménez niega el derecho a decidir en Catalunya y en Euskal Herria y, lógicamente, tampoco lo reivindica para la franquicia que dirige siguiendo las directrices de Ferraz.
Cada vez está más claro que si en Nafarroa se quiere construir una alternativa progresista a UPN-PP se tendrá que hacer sin tener en cuenta al PSN y haciendo frente al PSOE de Rubalcaba. Ni están ni se les espera.