Pilar López Beorlegui, Juana Ruesta García | CGT Osasunbidea
Privatización de las cocinas: un verdadero esperpento
No se nos ocurre mejor receta, ni más justa, que la reversión del servicio a la gestión pública. Hagamos factible lo que nos presentan como imposible
Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras. Las imágenes que a diario estamos viendo del desastre de las comidas en el Complejo Hospitalario son tan fuertes que desbordan todos los límites de la paciencia de enfermos y familiares.
¿Qué se ha hecho con un servicio y una plantilla que, venían satisfaciendo la demanda de la población hospitalizada que hoy asiste entre indignada y perpleja a un pésimo servicio en calidad y salubridad? ¿Dónde están las maravillas que se prometieron con la puesta en marcha de las nuevas cocinas privatizadas? ¿Qué mejora han aportado?
Es un clamor el que diariamente se escucha en las habitaciones, en los pasillos, entre los usuarios y los diferentes estamentos sanitarios: personal de enfermería, medicina, servicios múltiples... Y no solamente los argumentos de quienes defendemos lo público como la mejor manera de gestionar servicios básicos como la sanidad y la educación ¿Dónde están los responsables directos de este desastre? ¿Dónde la profesionalidad de los responsables sanitarios que tanto dicen velar por una gestión eficaz cuando tan a menudo y tan injustamente acusan a los trabajadores de la sanidad pública de falta de eficacia en su gestión diaria?
No basta con la declaración de la consejera, Sra. Vera, de que se le ha abierto un expediente a la empresa. Esta empresa lleva suficiente tiempo como para que quede patente su incapacidad para gestionar el servicio de cocina y son muchas voces las que reclaman que, desde el punto de vista del rigor con el que este tipo de concursos debería realizarse, se tendría que haber rescindido ya el contrato a Mediterránea de Catering. El problema es que a los responsables les cuesta admitir públicamente que se han equivocado. O tal vez, el problema sea aún más grave y no se hayan equivocado y detrás de todo esto se escondan políticas conscientes de degradación de lo público, en beneficio de una red privada, cada vez más fuerte.
Ya tiene triste gracia, por no emplear palabras más gruesas, que, en medio de todo este desastre, se pretenda encima por parte de nuestros gobernantes que los únicos responsables sean aquellos trabajadores y trabajadoras que protestan por el mal servicio, que se niegan a colaborar con la estafa que supone el que haya que prestar apoyo a diario en recursos humanos y materiales a una empresa que demuestra no solo su ineptitud, sino también su altanería en trato con el personal sanitario, sus quejas y demandas.
¡No se puede aguantar más! Hay que tomar decisiones drásticas. No se nos ocurre mejor receta, ni más justa, que la reversión del servicio a la gestión pública. Hagamos factible lo que nos presentan como imposible, porque ¿hasta cuándo tiene que seguir aguantando la gente este maltrato? ¿A qué esperan los responsables de Osasunbidea para actuar?
Como plantilla, teniéndolo claro, lo tenemos que plasmar en nuestra actuación: no colaborar con la privatización y apoyar todas las iniciativas que se den por la reversión.