La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, Tibisay Lucena, anunció ayer la convocatoria de elecciones presidenciales el 14 de abril durante una rueda de prensa en la que indicó que el país atraviesa una situación difícil a consecuencia de la muerte de su presidente, Hugo Chávez, aunque consideró que se trata de una oportunidad de demostrar la madurez política de la democracia venezolana, ya que «esta situación está prevista en la Constitución».

«Las instituciones que fuimos creadas por mandato constituyente estamos a la altura. Nuestros equipos técnicos están listos (...). Las elecciones convoca- das para el 14 de abril son perfectamente realizables», aseguró Lucena.

Especificó que el calendario electoral comenzará hoy mismo cuando se abra el plazo para la inscripción de candidatos, que concluirá en 48 horas. El martes se decidirá la posición de los candidatos en las papeletas. La campaña será de diez días, entre el 2 y el 11 de abril a medianoche, y el censo y los miembros de las mesas electorales serán los mismos que se utilizaron en las elecciones del 7 de octubre.

En cuanto a los observadores, la presidenta del CNE, anunció que ya se ha cursado una invitación a la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, para que active su misión de acompañamiento electoral. Además, cada candidato podrá acreditar a 20 invitados internacionales que actuarán como observadores.

Lucena advirtió, según recogió Efe, de que «si quienes no creen en la democracia creen que esta situación es una oportunidad, deben saber que se encontrarán con el pueblo venezolano entero, con el pueblo venezolano y sus instituciones», enfrente. Así, pidió a los venezolanos «prudencia a toda prueba ante los inadaptados de siempre (...) ciegos ante una democracia vibrante».

Por último, anunció el aplazamiento de las elecciones municipales, previstas inicialmente para el 14 de julio.

El anuncio del CNE llegó horas después de que el hasta ayer vicepresidente, Nicolás Maduro, fuera investido con el cargo de «presidente encargado» y pidiera a las autoridades electorales la convocatoria inmediata de nuevos comicios presidenciales.

Un emocionado Maduro, que será el candidato del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), tal y como dispuso Chávez, y en torno al cual el chavismo ha cerrado filas, juró su cargo en una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional, boicoteada por la mayoría de la oposición, en presencia de diputados, la cúpula militar, gobernadores y varios dirigentes latinoamericanos.

El presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, tomó juramento a Maduro y le impuso la banda presidencial, tras señalar que el acto era «legítimo y apegado a la Constitución» y asegurar que el Gobierno hará «lo que sea» por perpetuar el legado de Chávez.

La oposición ofreció a Henrique Capriles, que tachó de «espuria» la investidura de Maduro, ser de nuevo su candidato.