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Marian Pardo J. (*)

¿Hasta cuándo?

Seguimos viviendo en una siniestra cuenta atrás que queremos que termine ya. Queremos cuidar de Gotzone, de Jose Ramon y de Jose Angel, en casa con el afecto y la dedicación que merecen

Esta es la pregunta que semana tras semana nos hacemos las familias de los presos políticos enfermos a la vuelta de la visita carcelaria y que a menudo nos formulamos a nosotros mismos, agotados como si hubiéramos vivido varias vidas y como si no nos quedara tiempo para vivir la vida «de verdad», la vida «normal» la del resto de nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, de nuestros amigos de la cuadrilla.

Pendientes siempre del teléfono, temerosos de recibir una mala noticia, una voz triste, una mala señal que nos haga pensar en que la enfermedad ha empeorado o que algún nuevo síntoma se les ha escapado en la última revisión, temiendo siempre que vuelva de nuevo la sensación de impotencia por no poder cuidar, actuar, hacer nada.

Hemos vivido así años, demasiados años. Desde el día en que conocimos el diagnóstico, desde la primera crisis, la primera operación, la primera noche sin dormir angustiados porque no sabíamos que pasaría a la mañana siguiente.

Al principio pensamos que se aplicaría la ley y que no se les mantendría enfermos en prisión, que alguien en alguna instancia judicial decidiría que ya era suficiente con la condena cumplida y la enfermedad añadida, que los diseñadores de la política penitenciaria no se ensañarían hasta el extremo... pero nos equivocamos, porque solo se les ha aplicado la excepción y la discrecionalidad y así continuamos, sin saber hasta cuándo, sin entender hasta dónde quieren llevar la venganza.

Y a día de hoy continuamos en la misma situación de inseguridad e incertidumbre. ¿Hasta cuándo? Y sin ninguna respuesta... pero creemos, queremos creer que esta no es una cuestión solo nuestra... no puede ser que la enfermedad y la permanencia en prisión de nuestros familiares solo sea nuestro problema. Ellos y nosotros somos parte de este pueblo vivimos y luchamos inmersos en esta sociedad y a esta sociedad queremos interpelar.

¿Qué gana el Estado español manteniendo a nuestros familiares enfermos en la cárcel? ¿Qué sociedad normalizada admite que la venganza se aplique como norma legal? ¿Qué prioridad se da en las agendas políticas a la resolución de la demanda de libertad de los presos y presas enfermos? ¿Cuándo se van a posicionar claramente en favor de un trato humanitario todos los agentes comprometidos con los derechos humanos? ¿Qué valor se va a dar al sufrimiento añadido y a la prolongación de la condena en la resolución de las consecuencias del conflicto en el que seguimos viviendo?

Son las preguntas que queremos dirigir a todas las instancias implicadas en la situación de nuestros familiares y a la sociedad en general. Porque seguimos viviendo en una siniestra cuenta atrás que queremos que termine ya. Queremos cuidar de Gotzone, de Jose Ramon y de Jose Angel, en casa con el afecto y la dedicación que merecen y queremos contribuir a que este país sea más habitable, sin venganza y sin sufrimiento gratuito.

Con ello todos ganaremos.

(*)Luis López de Luzuriaga e Ikerne Altuna Compañera de Jose Angel Biguri, hermano de Gotzone López de Luzuriaga y cuñada de José Ramón López de Abetxuko

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