En la mayoría de las portadas de los periódicos de nuestros quioscos resonaban todavía las palabras del lehendakari anunciando con tono grave que afrontamos los presupuestos más duros de los últimos treinta años, cuando al mismo tiempo se revelaba que el Gobierno de Lakua ha ofrecido al de Madrid hacerse cargo de obras del TAV en Bizkaia y Araba que debe ejecutar el Ejecutivo español y que luego ya lo cobrarán del Cupo. Como bilbainada, no tiene precio. Como propuesta seria, suscita una duda de base: ¿De dónde va a salir el dinero para ir pagando los trabajos a las empresas según los vayan ejecutando?

El Gobierno de Urkullu dice que no tiene dinero y acaba de recortar 711,5 millones de gastos sociales. El Ejecutivo de Rajoy tampoco tiene dinero y por eso ha reducido su inversión en el TAV de forma rotunda. Cuando se le pregunta al lehendakari sobre la cuestión, responde que esto no afecta al presupuesto, puesto que corre a cargo del Cupo. Pero el tal Cupo no es una gallina que ponga huevos de oro ni una máquina de hacer billetes. Es una relación entre dos gobiernos que dicen no tener dinero. Es más, todavía están sin liquidar varios ejercicios y Lakua reclama al Ejecutivo español una deuda de 511 millones de euros.