El Tribunal Especial de París condenó ayer a veinte años de cárcel, con un periodo de cumplimiento efectivo en prisión de dos tercios de la condena, a Garikoitz Aspiazu, Mikel Carrera, Aitzol Iriondo y Luis Iruretagoiena en el juicio contra diez militantes de ETA, acusados de secuestrar en 2007 a una familia de Orio en las Landas para robar su furgoneta y por un intentar después un atentado en Oropesa (Països Catalans).

Los otros seis condenados fueron sentenciados a penas de entre dieciocho y ocho años. En concreto, recibieron una pena de dieciocho años (con dos tercios de ese tiempo de cumplimiento efectivo en prisión) Oihan Barandalla, Alaitz Aramendi y Ander Mugika Andonegi.

Aitzol Etxaburu e Itziar Plaza fueron condenados a doce años, mientras que Jurdan Martitegi a ocho años.

El presidente del tribunal, Jean-Pierre Ancel, dijo que la corte consideró a los diez acusados «culpables de la inmensa mayoría de los cargos» por los que estaban inculpados.

La excepción fue la del robo a mano armada de la furgoneta de la familia guipuzcoana, con el que se inició el secuestro de tres días de dos adultos y su hijo de cuatro años. Este cargo fue recalificado en receptación.

Las penas resultaron casi idénticas a las que había solicitado la Fiscalía el lunes, con las únicas salvedades de la de Etxeburu, para quien había solicitado catorce años, y la de Plaza, para quien había requerido diez.

Compromiso claro

Aitzol Iriondo utilizó la última palabra dada a los diez militantes de ETA para reiterar el compromiso de la organización armada para negociar sobre las consecuencias del conflicto con los estados español y francés.

Recordó que se presentaron el 18 de febrero al juicio con una propuesta «bien precisa» de ETA para sentarse a una mesa de negociación, con una agenda para ello y «el compromiso muy claro de dar todos los pasos necesarios para la solución».