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CRíTICA: «Días de pesca en Patagonia»

Otro microrelato cinematográfico de Carlos Sorín

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Mikel INSAUSTI

Tengo la sensación de que Carlos Sorín alcanzó la cumbre de su arte narrativo con «La ventana», película inspirada en la literatura precisa de Chejov, con la que logra la tan difícil plasmación del tiempo suspendido. En «Días de pesca», que ese era su título original cuando se presentó en el Donostia Zinemaldia, no pretende llegar a tanto. Se conforma con otro de sus microrelatos cinematográficos, que bien podría formar parte de la colección «Historias mínimas». No cabe duda de que se trata de un género propio, dedicado a retratar la soledad humana en medio de la inmensidad patagónica.

A diferencia de sus anteriores polvorientas historias, en «Días de pesca» el habitual trayecto por carretera resulta más corto, y apenas si sirve de introducción. Y es que en esta ocasión hay salida al mar, aunque el protagonista no se alejará mucho de la costa, porque el agua no es su elemento natural. Tampoco sabe manejar la caña de pescar y la captura del tiburón le viene grande, aunque intenta practicarla porque le han recomendado que se busque un hobby dentro de su proceso de rehabilitación para superar su dependencia alcohólica. En la vida de este viajante, visitador o comercial, como se dice ahora, la escapada a Puerto Deseado supone un alto en el camino, una parada que aprovecha para acercarse a una hija con la que perdió el contacto.

Alejandro Awada es el actor ideal para encarnar a un personaje así, de los que expresan más a través de los silencios y la mirada que con las palabras. Su expresión es de nostalgia, envuelta en una paz que, sin embargo, no parece definitiva, porque siempre falta algo para ser feliz. Pese a su perfil de ser solitario, se le notan los kilómetros recorridos y se desenvuelve bien con la gente, aunque los encuentros en esa parte del mundo sean escasos, los suficientes para que Sorín introduzca a sus entrañables e imprescindibles secundarios. La anécdota del veterano preparador de boxeo, que viaja con una joven púgil, es la que más llega. También deja abierta la puerta a una posible película sobre un deporte hoy en día desplazado, pero muy querido por Sorín.

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