Nos alegramos indirectamente del éxito millonario de «Identity Thief» en los Estados Unidos, porque redundará en la cotización profesional del director de fotografía Javier Aguirresarobe, que sigue triunfando en Hollywood, donde suceden cosas muy raras. Rex Reed, crítico cinematográfico del diario «New York Observer», va diciendo por ahí que si una comedia tan tonta ha llegado al número uno ha sido gracias al movimiento de desagravio que se ha formado como respuesta a sus ataques personales a la actriz Melissa McCarthy. Como quiera que ya le dediqué una columna entera al asunto, no es cuestión de darle más vueltas.

La susodicha interpreta a la usurpadora de identidad del título original, a la que se califica de ladrona, porque se sirve de la tarjeta de pago de otra persona para realizar compras y gastos ilimitados. Cuela, debido al que el titular se llama Sandy, que también es nombre de mujer. Cuando la víctima, a quien da vida Jason Bateman, se entera de lo que está ocurriendo, viaja para dar con la estafadora y hacer que confiese, antes de la que la ruina causada y los acreedores acaben con él. Es así cómo la película se convierte en una comedia de «dos en la carretera».