«Sabemos que podemos acabar con el Gobierno en Bagdad»
En una exclusiva entrevista, GARA habla con el coordinador en Mosul de las protestas que llevan poniendo a Bagdad contra la pared desde hace tres meses.
Karlos ZURUTUZA |
Desde hace tres meses, discursos y rezos se encadenan entre turnos de comida y tazas de té en la plaza Ahrar. La escena se repite en Anbar y Saladino, junto con Nínive, las regiones de Irak en las que los árabes suníes son mayoría. El coordinador de las protestas en Mosul, Ghanem Alabed, hace un paréntesis en su ajustada agenda para hablar con el que, según dice, es el «único medio extranjero que se ha acercado a Mosul a cubrir las protestas» desde que comenzaran a mediados del pasado diciembre.
¿Qué piden ustedes?
Agua, electricidad, trabajo... Pero también protestamos por la discriminación que estamos sufriendo los sunitas de Irak a manos del régimen chiíta. Nos tratan como ciudadanos de segunda, incluso a nuestros representantes políticos. Mujeres y niños son encarcelados sin cargos. Esta niña que ve aquí se llama Diyar (muestra una foto en el teléfono). Tiene siete años y fue arrestada junto con su madre y su abuela. Llevan dos años en prisión sin haber sido acusadas de nada. Sabemos que han llegado a colgar a la madre del techo y la han torturado delante de su hija. Muchas de las mujeres que se suman a las protestas hablan de compañeras en la cárcel que han sido violadas y han quedado embarazadas. También se arresta a mucha gente inocente porque a quien se busca realmente es a sus familiares. Cuando van a visitarles a prisión no vuelven a salir.
¿Cómo se desarrollan las protestas?
Nos concentramos en la plaza Ahrar -centro de Mosul-. La Policía y el Ejército federal iraquí nos prohíbe introducir tiendas, mantas, incluso nuestras pequeñas alfombras para rezar. Nosotros mismos construimos un escenario desde el que lanzar nuestro mensaje. Sabemos que las manifestaciones están infiltradas por agentes de paisano y se nos fotografía constantemente desde edificios limítrofes. Jóvenes, ancianos... hasta discapacitados se suman a las protestas y pasan allí la noche. Las fuerzas de seguridad cortan los puentes sobre el Tigris y establecen un cerco que muchos no pueden atravesar. A pesar del bloqueo, el viernes pasado nos juntamos entre 15 y 20.000 personas, llegando a desbordar la capacidad de la plaza.
¿Se han producido incidentes violentos con las fuerzas de seguridad iraquíes?
El pasado 8 de marzo mataron a tiros al compañero Mahmud Saleh y varios manifestantes resultaron heridos. La Policía federal impidió el acceso a las ambulancias por lo que muchos tuvieron que ser atendidos en la plaza. Ese fue el tercer incidente violento desde el comienzo de las protestas. Somos conscientes de que Bagdad busca una respuesta violenta para criminalizar y deslegitimar nuestra protesta, por lo que intentamos mantenernos al margen de las provocaciones.
La semana pasada el coordinador de las protestas en Kirkuk, Bunyan al-Ubeidi, fue abatido a tiros frente a su casa. ¿Teme usted por su vida?
Durante los primeros cuarenta días de las manifestaciones no vi a mi familia. He recibido tanto amenazas como intentos de soborno. Se me ha amenazado, a mí y a mi familia, a la vez que se me ha ofrecido dinero y una casa. Me despidieron de mi trabajo en la universidad tras participar en unas protestas en diciembre de 2011 -coincidiendo con la retirada oficial de las tropas estadounidenses- y saben que mi situación económica no es buena.
El primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, habla de «agentes extranjeros» tras protestas como las que usted coordina.
El año pasado hice el Haj -la peregrinación a la Meca-. Allí, un saudí me dijo que amaba a los sunitas de Irak. Le dije que era un mentiroso, que fueron ellos, junto con Kuwait y Qatar, los que apoyaron y dieron cobertura a Estados Unidos durante la invasión en 2003. Para nosotros resulta una paradoja muy triste escuchar que los mismos que participaron en la invasión y destrucción del país nos estén hoy apoyando. Por otra parte, está claro que la crisis en Siria está afectando a Irak de forma directa. No podemos aceptar que nuestro Gobierno títere de Teherán apoye a Bashar al-Assad, porque esto no hace más que espolear la división sectaria entre chiítas y sunitas. Lo que no acabamos de entender es cómo dos países antagonistas como Estados Unidos e Irán pusieron a un régimen como el actual en el poder.
Se habla de la existencia del Ejército Libre Iraquí -en claro paralelismo al Ejército Libre Sirio-. ¿Qué opina usted?
No es más que una campaña de propaganda de Bagdad para inyectar miedo en la población y criminalizar nuestras protestas. Es la excusa perfecta para meter a nuestra gente en la cárcel. Si existiera, no llevaríamos tres meses manifestándonos pacíficamente.
Iraquíes de todas las confesiones y nacionalidades coinciden en que podemos estar a las puertas de una nueva guerra.
Es cierto. Maliki vivió 20 años fuera de Irak y tiene mentalidad de refugiado y eso no hace más que aumentar la brecha sectaria en Irak, y es uno de los responsables de la difícil situación actual. Maliki teme a Mosul porque es la segunda ciudad del país y el lugar donde Saddam tuvo mayor apoyo. De hecho, las revueltas comenzaron a las tres semanas de que Maliki dijera que odiaba a Mosul en televisión.
¿Baraja alguna otra iniciativa además de las protestas?
Estamos recogiendo firmas contra Martin Kopler -enviado especial de Naciones Unidas a Irak-. Su trabajo en el país nos ignora deliberadamente a la par que apoya al régimen actual.